Pedro Díaz Arcia
¿Quién dijo que “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”? Que conviertas “cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave”; que limites la propaganda a un pequeño grupo de ideas y “repetirlas incansablemente”; emitir informaciones argumentadas “a un ritmo tal” que si el contrario responde ya el público esté interesado en otra cosa”; “que las respuestas no contrarresten el número creciente de acusaciones”; cargar “sobre el adversario los propios errores, respondiendo el ataque con el ataque”; y convencer de que todo el mundo piensa igual para dar la “impresión de unanimidad”.
¿Quién lo dijo? La respuesta podría caer por su propio peso: el presidente Donald Trump en su libro el “Arte de la negociación”; pero sería falso. Son algunos de los principios concebidos y aplicados por Joseph Goebbels, jefe del Ministerio de Educación Popular y Propaganda, en el Tercer Reich de Adolfo Hitler.
Cualquier clonación del original por parte del magnate no es pura coincidencia. Hay que reconocer la “genialidad” con la que hizo suyas las enseñanzas, pues las cortinas de humo constituyen la política primaria de la Casa Blanca.
Nuestra región vive momentos de alta tensión, provocada por la colusión de la oposición al presidente electo Nicolás Maduro y la mafia del poder en Estados Unidos, con su cuartel general en Florida. El próximo sábado la mirada del mundo estará en la frontera de Colombia con Venezuela en la que, a mi parecer, se intenta introducir un Caballo de Troya con la máscara de una ayuda “humanitaria”; y que el gobierno rechaza. Venezuela acaba de cerrar fronteras con Aruba, Bonaire y Curazao, que se prestaron al acto injerencista.
Es necesario convocar a movilizaciones populares para evitar una agresión premeditada y que responde a intereses políticos; llamar a la sensatez porque el dilema es uno: o se aboga por la paz o se apuesta por la guerra.
Trump amenazó a los militares venezolanos a que actúen contra el Gobierno, o que se dispongan a arriesgar sus vidas y a “perderlo todo”. El alto mando del Ejército dijo contundente que antes pasarían sobre sus cadáveres. Pero es muy peligroso un mandatario soberbio, con una impopularidad creciente, y en medio de su aspiración a la reelección. Todo lo que esté a su alcance será usado como pancarta de campaña.
¿Cómo respondería Donald Trump si una potencia mundial llamara a los militares estadounidenses a rebelarse?
En este contexto, una coalición de 16 Estados de la Unión interpusieron una demanda ante los tribunales por considerar que el Presidente violó una potestad del Congreso establecida por la Constitución respecto a la asignación del gasto federal, con el propósito de construir un muro en la frontera con México; so pretexto de una “crisis” migratoria inventada.
Hay realmente un “alzamiento”, pero civil y sin convocatoria externa. Y es probable que la Corte Suprema de Estados Unidos dicte la sentencia final. La última demanda de este tipo data de 1952 y no benefició al gobernante; aunque el antecedente no debe prestarse a calcos o a extrapolaciones.
La Casa Blanca, en manos de una de las peores plagas políticas que han anidado en su seno, pretende afincarse en el poder. La lección de Goebbels fue aprendida: es imperioso desviar la atención del alud que los agobia, sin contabilizar los costos.