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Internacional

El terrorismo imperial

Por Gustavo Robreño

El terrorismo de Estado, en su variante imperial, ha sido puesto en práctica una vez más por el gobierno de turno de Estados Unidos, en esta ocasión contra el pueblo venezolano y usando como pretexto los fallidos afanes de derrocamiento de la Revolución Bolivariana.

Decimos “una vez más” porque las acciones terroristas auspiciadas y alentadas por y desde el Estado han sido habituales por parte de las diferentes administraciones que han pasado por la Casa Blanca y han acudido a métodos brutales semejantes en aras de obtener sus objetivos imperiales. Por eso le llamamos “terrorismo de Estado en su variante imperial”.

El reciente ataque terrorista cibernético contra la más importante generadora eléctrica de Venezuela dejó por igual a oscuras al país y a todos los habitantes, incluidos enfermos, ancianos, niños, mujeres, desvalidos, constituyendo un acto criminal y violatorio de cuantos códigos o leyes judiciales y principios morales existan en el mundo actual, puestos en entredicho.

Es fácilmente comparable a otras acciones terroristas de semejante catadura como las que realiza el llamado Estado Islámico en el Medio Oriente o los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, condenados en su momento por las administraciones gubernamentales de Estados Unidos bajo un manto de hipocresía y simulación que ahora vemos confirmado.

En el caso de la Administración Trump, sus más connotados representantes se auto confiesan como promotores del terrorismo indiscriminado contra Venezuela: el asesor Bolton, el secretario Pompeo, el senador Marco Rubio y el enviado Abrams. En cuanto a anteriores administraciones del imperio yanqui, no parece tener precedentes tal desfachatez.

No sólo confiesan la acción terrorista realizada, sino que prometen continuar por ese camino, en medio de la desesperación y el fracaso en que los ha sumido sucesivamente el pueblo, la fuerza armada y el gobierno bolivariano desde comienzos de la Revolución encabezada por Hugo Chávez hace veinte años.

Miles de millones de dólares han empleado desde entonces el Imperio y sus lacayos locales y regionales en fracasados intentos que cada vez se tornan más crueles en la misma medida en que son rechazados con firmeza, coraje, habilidad e inteligencia por el conjunto creciente de las fuerzas populares organizadas y la unión cívico-militar, fieles a la Constitución.

Al entrar en una etapa de desesperación y odio ciego, ante los reiterados y ridículos fracasos por apoderarse de Venezuela y sus riquezas, todo indica que el terrorismo imperial será el método de actuación indiscriminado a partir de ahora, aunque recojan los frutos contraproducentes que seguramente les traerán el crimen y la barbarie.

El terrorismo imperial no salvará a la contrarrevolución en Venezuela.

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