Síguenos

Última hora

Comienza en febrero la construcción de 23 mil viviendas sociales en Campeche: ¿quiénes serán beneficiados?

Internacional

¿En que mundo vivimos?

Alfredo García

En torno a la noticia

Lo que asombra en la injerencista política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela, no es la violación de la Carta de la ONU y el creciente nivel de “amenaza creíble” de intervención militar, sino la tolerancia y calma de la comunidad internacional.

El almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de EE.UU., en una entrevista publicada en la revista, Foreign Policy, en su edición del pasado 8 de abril, sobre la situación en Venezuela dijo: “El Ejército está considerando un abanico de opciones y estará listo para cualquier decisión que tome el presidente”, tras comparar al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, con el presidente sirio, Bachar el Asad.

“Estamos en situación de alerta. La crisis en Venezuela se acercaría a ese nivel, si a final de año, Maduro aún está en el poder. Es así de grave”, advirtió el almirante. Por ser algo poco común, la entrevista fue interpretada por especialistas como parte de una campaña de guerra sicológica.

No es secreto que el pasado febrero, Faller se reunió en Florida con sus homólogos colombiano y brasileño, para coordinar estrategias. Según el almirante, seis países representan amenazas a los intereses norteamericanos: Rusia, China, Irán y sus “aliados autoritarios”, Cuba, Nicaragua y Venezuela.

A pesar de larga y comprobada lista de intromisión en los asuntos internos de Venezuela por parte de EE.UU., antes, durante y posterior, al frustrado intento de golpe de Estado contra el presidente, Hugo Chavez, el 11 de abril de 2002, el llamado “orden internacional” no ha sido capaz de frenar la persistente política intervencionista de cuatro presidentes norteamericanos contra Venezuela. Por el contrario, la impunidad alcanzada ha alentado la prepotencia de la ultraderecha bipartidista norteamericana, al punto de querer utilizar a la ONU y la OEA como patente de corso para su agresión contra el país bolivariano.

El pasado 9 de abril a solicitud de Colombia, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Panamá, Perú y la imposición de EU de cambiar el requisito de 24 votos por 18 para aprobar el sufragio, el Consejo Permanente de la OEA sometió a votación y aprobó una resolución que reconoce como “representante permanente” de Venezuela ante la OEA a Gustavo Tarre, designado por el autotitulado “presidente”, Juan Guaidó.

La sucia maniobra que recordó el vergonzoso período contra la joven revolución cubana en la década de los 60, aprobó la resolución por 18 votos a favor, (el requisito es 24), 9 en contra, 6 abstenciones y un ausente, de un total de 34 miembros activos de la OEA.

Los votos a favor: Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, EU, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Santa Lucía. En contra: Venezuela, México, Bolivia, Uruguay, Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, Surinam, San Vicente y las Granadinas. Abstenciones: Barbados, El Salvador, Guyana, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, y Trinidad y Tobago. Ausente: Belice.

Alentado por la sumisión de la OEA, el pasado miércoles el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Venezuela “ordenó”: “Ha llegado la hora de que la ONU reconozca a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela y acepte a su representante en esta organización sin demoras”. Sn embargo, Ponce no recibió una respuesta digna, por parte del organismo encargado de velar por la paz en el planeta.

La facultad del veto en el Consejo de Seguridad por parte de Rusia y China, opuestos a la agresión a Venezuela, hace improbable el uso de la ONU para respaldar la política imperialista contra la patria de Bolívar, por lo que la opción más segura de la Casa Blanca es la OEA, esta vez, al costo de su definitiva descalificación.

Siguiente noticia

Violentos combates en Libia