Síguenos

Última hora

Capturan al “Minimi” en Campeche, presunto líder de grupo criminal

Internacional

Bajar del tigre sin ser devorado

Jorge Gómez Barata

En una analogía con la peligrosidad que para los países socialistas significa rectificar políticas, renovar estrategias, y abandonar la ortodoxia, esfuerzo realizado bajo el acecho del imperialismo, especialmente de Estados Unidos, se acude a cierto proverbio asiático: “Es peligroso subirse a un tigre, pero lo es más aún bajarse”.

Aunque durante décadas el discurso político e ideológico cubano apenas las ha aludido, la prensa las ignora, y el activo revolucionario las desconoce, desde que en 1978 se iniciaron, las reformas económicas en China han estado bajo el foco de atención de la Isla. Lo mismo ocurre con la Doi moi, o renovaciones emprendidas por Vietnam en 1986, y más recientemente con las aproximaciones de Corea del Norte a Corea del Sur y a Estados Unidos.

Ninguno de esos países ha renunciado al socialismo, no han abandonado la estatización de los sectores estratégicos de la economía, ni renegado del partido único. Con la excepción de Corea, todos han logrado crecimientos económicos espectaculares, y sin hacer concesiones que los desmientan, han diseñado modos de relacionarse con las potencias imperiales sin colisionar ni someterse a ellas.

Aunque nunca los critica, la dirección cubana se ha abstenido de elogiar esos procesos, en ocasiones ha expresado preocupaciones, y nunca los ha considerado como una alternativa para sus propias y necesarias reformas. Con buenas o discutibles razones, aunque comprende que debe hacerlo, Cuba no parece haber encontrado la estrategia para, a su manera, “bajarse del tigre” sin exponerse a ser devorada por otros depredadores al acecho.

Por su parte los líderes de esos países no han insistido en aconsejar a los cubanos que admiran el progreso alcanzado por ellos, aunque suponen que pagan costos ideológicos y políticos demasiados altos, o se arriesgan a ser comidos, es decir absorbidos por el capitalismo. Esa presunción impide a la Isla apartarse de la ortodoxia exsocialista.

La Unión Soviética fue la primera en subirse al tigre, y durante 70 años insistió en la construcción del socialismo para finalmente ser descabalgada. China logró bajarse sin ser devorada y Vietnam siguió el mismo camino, y ahora Corea del Norte, el más cerrado de los países del socialismo real, probablemente también adelantará reformas. Hay quien especula con la audaz idea puesta en práctica por China para reincorporar a Hong Kong de “Un país dos sistemas”.

De todos los países que han pasado por el trance de realizar reformas estructurales sosteniendo las esencias del modelo político y económico del socialismo Cuba, un país pequeño, económicamente débil, que libra una enconada confrontación con Estados Unidos, que incluye la presunción de una agresión militar, es quien tiene la tarea más difícil.

Esa problemática, unida a la preponderancia de un sector extremadamente reaccionario y políticamente influyente en la administración y el Congreso de Estados Unidos, hace más meritoria la gestión del presidente Raúl Castro, que en la favorable coyuntura creada por el enfoque realista del diferendo bilateral realizado por el presidente Obama, avanzó resueltamente, llegando al restablecimiento de las relaciones diplomáticas.

A pesar de la adversa situación política originada con la elección del presidente Trump, lo alcanzado por Raúl Castro no es agua pasada ni un referente recordado mientras las abrumadoras dificultades inhiben toda iniciativa.

Para Cuba dar, aunque sea pequeños pasos, es excepcionalmente difícil. También lo fue para China, donde el ponente de las reformas, Deng Xiaoping, emergió desde el olvido a que la represión de sus propios camaradas lo condenó, no una sino dos veces. Tampoco para los lideres vietnamitas resultó un sendero de rosas encontrar un espacio para realizar intereses comunes con el imperio y forjar alianzas inéditas, y tampoco lo es para King Jong-Un, que carga con el lastre de la Guerra de Corea y las posiciones tradicionalmente ortodoxas e inflexibles de su abuelo y de su padre.

No se trata de pedir milagros a la dirección cubana ni de apremiarla, sino de apoyarla cuando avanza en la realización de las reformas e introduce nuevas y más audaces iniciativas. La crítica constructiva realizada desde el apoyo y el compromiso es un aporte.

Siguiente noticia

Ultima entrevista a Alan García