Internacional

¿A quién le teme Bolsonaro?

Por Adriana Robreño

Fuerza Nacional en Brasilia:

Se acercan días de gran movimiento en Brasilia, capital del gigante suramericano. El Campamento Indígena Tierra Libre con sus marchas por la región central de la ciudad, y el Día del Trabajador con protestas contra la reforma de las pensiones, son algunas de las manifestaciones que pudieran ocurrir en las próximas jornadas. La Explanada de los Ministerios, espacio del centro de la ciudad frente al Congreso Nacional y donde se encuentran la mayor parte de los edificios del Poder Ejecutivo, ya está acostumbrada a tales eventos. Según los residentes en esa urbe, es raro el día en que no hay protestas alrededor de la sede del Legislativo, “forma parte de la democracia”, le dijo un día a esta periodista un vendedor ambulante.

Pese a la cotidianidad de las manifestaciones, el ministro de Justicia del gobierno de Jair Bolsonaro, Sergio Moro (juez que autorizó la prisión de Lula en abril de 2018) autorizó el uso de la Fuerza Nacional por 33 días para actuar en la región central de la capital brasileña. De acuerdo con los medios locales, la medida fue solicitada por el Gabinete de Seguridad Institucional, un órgano de inteligencia comandado por el general Augusto Heleno, para proteger los inmuebles.

En los últimos tiempos, principalmente desde el gobierno de Michel Temer, el uso de la Fuerza Nacional se ha hecho común en la nación suramericana para reprimir manifestaciones. Por eso, esta vez las reacciones y críticas fueron inmediatas.

Quienes hemos visto la actuación de las fuerzas del orden en Brasilia contra manifestaciones indígenas o de trabajadores sabemos hasta qué punto pueden llegar decisiones cómo esas. En 2017, en la edición número 13 del Campamento Tierra Libre que cada año reúne a miles de indígenas de diversas etnias de todo el país, no estaba presente la Fuerza Nacional, pero la Policía Militar reprimió durante varias horas con balas de goma y bombas de gases lacrimógenos a los representantes de los pueblos originarios que viajaron miles de kilómetros para exigir a los parlamentarios la demarcación de sus tierras y así evitar conflictos en éstas, así mismo el saqueo y la explotación de las riquezas naturales en dichos territorios. Aquel día hubo heridos, por supuesto, como resultado del uso de la fuerza desmedida.

No obstante, año tras año, pese a la represión los indígenas regresan a la capital. Este 2019, del 24 al 26 de abril, estarán una vez más en Brasilia. Bolsonaro criticó el encuentro en sus redes sociales y en respuesta el Partido Socialismo y Libertad, al cual pertenece la líder Sonia Guajajara, expresó que la medida evidencia que “el gobierno no sabe lidiar con la democracia”. El mandatario y su cuadrilla “muestran cada vez más lo que son realmente: autoritarios, demagogos y violentos”. Además, la organización de izquierda afirma que llamar a la Fuerza Nacional en ese contexto es una grave violación de la Constitución y los Tratados Internacionales de Derechos Humanos.

Si son tan habituales las manifestaciones en Brasil y en su ciudad capital, cabe preguntarnos ¿a quién le tiene tanto miedo Bolsonaro? ¿Al pueblo? ¿A los indígenas que él tanto odia? ¿A los trabajadores que luchan por su derecho a una jubilación digna y saldrán a las calles el 1 de mayo contra su reforma de las pensiones?