Internacional

Mi Columna en POR ESTO!

Gustavo Robreño

El robo del siglo

Bajo el título de “el robo del siglo” se conocieron durante el siglo pasado diversas acciones delictivas realizadas sobre bancos o carros transportadores de grandes sumas de dinero, que recibieron amplia divulgación mediática. Algunas de ellas resultaron consagradas posteriormente en filmes, seriales y libros.

En ellas, por supuesto, los asaltantes interpretaban el papel de “malos de la película” y eran pintados con los peores colores, mientras que los asaltados banqueros cumplían con la obligación de defender el dinero de sus clientes, desde florecientes millonarios hasta humildes ahorristas.

En los momentos actuales, inicios del siglo XXI, el robo del siglo se está dando de otra manera. No menos gangsteril y abiertamente ejecutado, pero esta vez por parte del gobierno imperialista de Estados contra la República Bolivariana de Venezuela, contra el pueblo venezolano en su totalidad, independientemente del signo político de cada uno de sus ciudadanos.

Se trata de una acción gangsteril de nuevo tipo que haría palidecer a mafiosos tradicionales como Genovese, Gambino, Anastasia o Luciano. No se trata de la primera vez que la mafia actúa siguiendo instrucciones del gobierno estadounidense, pues hay sobrados antecedentes hechos públicos en este sentido, como fueron los planes de atentados contra Fidel Castro en la década de los 60.

En esta ocasión, sin embargo, es el propio gobierno imperialista de Estados Unidos (Administración Trump) el que actúa directamente con procedimientos delincuenciales y mafiosos para apoderarse del dinero ajeno, -en este caso de una nación soberana e independiente,- y darle un destino desconocido, que puede ir desde los bolsillos de los ejecutantes yanquis hasta las arcas de la contrarrevolución venezolana que aquí tendrá una razón más para sus rencillas internas.

Es la pandilla de ladrones instalada en la Casa Blanca de Washington la que ha perpetrado este robo del siglo a la República Bolivariana de Venezuela por un monto calculado, en principio, en 30 mil millones de dólares. No hay antecedentes de tal magnitud en la historia del mundo financiero o bancario de un despojo semejante al amparo gubernamental y con la complicidad de los jueces.

No se trata de sanciones, acusaciones o amenazas: es dinero contante y sonante, perteneciente al patrimonio venezolano, el que ha sido bloqueado, intervenido o confiscado por un puñado de hipócritas y farsantes que se dicen respetuosos de la propiedad ajena y los derechos que de ella se desprenden.

Sirva, no obstante, de experiencia lo sucedido a Venezuela y de alerta a los que aún ingenuamente tienen depositados en bancos estadounidenses sus bienes y riquezas, ya sean naciones, empresarios o individuos. Sepan que están a merced de la voracidad y el vandalismo imperial cuando menos lo imaginen y cuando a los intereses de la pandilla de la Casa Blanca, instalada allí hoy, le convenga o le plazca.

Este “robo del siglo” seguramente no será recogido por Hollywood en ninguno de sus filmes, al menos por ahora.

(grobreno@enet.cu)