ROMA, Italia, 19 de abril (EFE/REUTERS/AFP).- El Papa Francisco presidió hoy el rito del Viacrucis del Viernes Santo en honor a los migrantes y lamentó que a menudo encuentren las puertas cerradas de los países a los que intentan llegar “por el miedo y los corazones blindados de cálculos políticos”.
Durante su oración, el Sumo Pontífice rechazó las injusticias sociales a las que se refirió como cruces del mundo y entre ellas citó la codicia y el poder y a “la humanidad que vaga en la oscuridad de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura del momento”.
Francisco lamentó que los migrantes que huyen de sus países en conflicto encuentren “las puertas cerradas por el miedo y los corazones blindados de cálculos políticos”, durante su oración en la celebración del Viacrucis de Viernes Santo.
También deploró el hecho de que haya familias que se vean “destruidas por la traición, por las seducciones del maligno” o por el egoísmo, que existan personas “hambrientas de pan y de amor”, gentes “abandonadas incluso por sus propios hijos y parientes”, y personas que “no tienen el consuelo de la fe”.
Criticó, además, “la humanidad que vaga en la oscuridad de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura del momento”, y deploró que haya personas que sean rechazadas y marginadas.
Habló al mismo tiempo de los “pueblos sedientos de justicia y paz”, y se acordó de los “ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y la soledad”, pero también de los niños “heridos en su inocencia y en su pureza”.
Como ya ha hecho en anteriores ocasiones a lo largo de su pontificado, criticó que en las sociedades actuales haya personas que son rechazadas y marginadas.
En este sentido, dirigió un mensaje a los creyentes que, teniendo fe y “tratando de vivir de acuerdo” a la palabra de Dios, “se encuentran marginados y dejados de lado incluso por sus familiares y sus compañeros”, y también a los consagrados que intentan llevar la luz de Dios en el mundo y se sienten ridiculizados y humillados.
Por último, cargó contra las debilidades de los seres humanos, su hipocresía, sus traiciones, sus pecados y sus promesas rotas; y también contra el egoísmo que ciega a los hombres por la codicia y el poder.
“Señor Jesús, revive en nosotros la esperanza de la resurrección y tu victoria definitiva contra todo mal y toda muerte”, concluyó.
El rito del Viacrucis fue instaurado en 1741 por orden de Benedicto XIV, aunque su práctica cayó en el olvido con el paso del tiempo y no se volvió a celebrar hasta 1925.
Fue en el año 1964 cuando el pontífice Pablo VI eligió el Coliseo romano para presidir este rito.
Este Viernes Santo el Papa también conmemoró la Pasión del Señor en la basílica de San Pedro del Vaticano, en un acto en el que el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, pidió a las religiones que no permanezcan indiferentes ante la pobreza.
Jorge Bergoglio asistió a la ceremonia vestido con paramentos rojos, sentado en un trono frente a la escultura de San Pedro y en silencio, sin pronunciar ninguna homilía, pues la Liturgia del Viernes Santo es la única del año en la que no hay consagración, pero sí comunión.