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Internacional

Jorge Gómez Barata

Durante sus primeras tres décadas la Revolución Cubana se desplegó en el período de la Guerra Fría. El comunismo internacional y la Unión Soviética fueron muchas veces culpados por el viraje político operado en la isla. ¿Ocurrió así?

A pesar de la extraordinaria influencia ejercida por los Estados Unidos en América Latina ningún país se le parece. Lo más cercano a un símil fue Cuba, creada como república por el naciente imperialismo que la diseñó a su imagen y semejanza.

En 1898, para apoderársete de Cuba, el presidente William McKinley le declaró la guerra a España, y durante cuatro años ocupó militarmente la isla.

Debido a que la anexión no era viable, Estados Unidos optó por conceder a la isla una “independencia tutelada”, y cometió el más grave error político en la historia de las relaciones entre ambos países, al imponerle la Enmienda Platt, un apéndice constitucional que la convirtió en una especie de factoría. Como parte de aquel proceso, el gobernador americano convocó a elecciones, y bajo su férula se eligió el primer mandatario, Tomás Estrada Palma.

El humillante tutelaje impuesto a la naciente república generó una contradicción nunca resuelta, e hizo al imperio americano responsable de algunos de los principales eventos políticos en la historia de Cuba.

En 1906, cuando al presidente Estrada Palma se le vencía el período presidencial, trató de prolongarlo, lo cual provocó disturbios que sirvieron de pretexto para que él mismo invocara la Enmienda Platt. En lugar de insistir en el mantenimiento de la institucionalidad y la democracia, Theodore Roosevelt cedió a la demanda del presidente cubano, y envió a La Habana, primero a William Taff y luego a Charles Magoon, que durante tres años rigieron la isla.

Algo semejante ocurrió cuando en la década del treinta, el quinto presidente cubano, Gerardo Machado, quiso prolongarse en el poder, reformó la Constitución aprobada bajo la ocupación norteamericana, convirtiéndose en dictador, lo cual provocó una auténtica rebelión popular.

Más comedido, Franklin D. Roosevelt no envió tropas, aunque despachó a La Habana a Benjamín Sumer Welles, quien ofició como una especie de procónsul. La historia se repitió en 1952, cuando Batista protagonizó un cuartelazo y se hizo con el poder, que ejerció dictatorialmente hasta que fue derrotado por la revolución encabezada por Fidel Castro.

Sin el autogolpe de Estrada Palma, no hubiera sido necesaria la segunda intervención norteamericana, sin la cañona de Machado no hubiera existido la intervención de Sumer Wells, y sin el golpe de estado de Batista, la revolución encabezada por Fidel no hubiera tenido lugar. De haber actuado en defensa de la democracia como nunca hizo, Estados Unidos pudo haber condicionado la historia de Cuba en función de sus proyecciones.

La guinda del pastel la aportaron Eisenhower y Kennedy, que en 1959-1960 hostilizaron a Fidel Castro, llegando hasta la invasión por Bahía de Cochinos, luego acusándolo de comunista, y decretando un temprano e injustificado bloqueo económico, al cual sumó a sus aliados confiriéndole proyección mundial. Se puede discutir cuánto aquella agresividad influyó en que la Revolución se aliara con la Unión Soviética, no obstante, históricamente, su culpa es menor que la de Estados Unidos.

La falta de consecuencia política y de visión estratégica respecto a Cuba de los presidentes McKinley, Theodore Roosevelt, Franklin D. Roosevelt, y Dwight Eisenhower explican la afirmación del doctor Jesús Arboleya, según la cual: “Cuba, el país geográfica y culturalmente más cercano a Estados Unidos, es el que realizó la revolución antiimperialista más profunda”, por lo cual ha sido duramente castigado.

La administración de Eisenhower que toleró el golpe de estado de Batista, reaccionó frente Fidel Castro no como ante un revolucionario extranjero, sino como si fuera un separatista que hubiera segregado a Boston o Filadelfia de la Unión. El sistema fue más generoso con Jefferson Davis* que con Fidel Castro y con su hermano Raúl.

Donald Trump que tanto critica a sus predecesores, debería tomar nota. Respecto a Cuba, Estados Unidos no puede alegar inocencia, porque siempre estuvo del lado equivocado de la historia. Barack Obama quiso rectificar. Mirar adelante y no repetir los errores del pasado pudiera ser una mejor política que volver a hostigarla. Allá nos vemos.

* Jefferson Davis. Presidente de los Estados Unidos Confederados que agrupó a los 11 estados que se separaron de la Unión Americana, y contra los cuales Abraham Lincoln libró, la Guerra de Secesión (1861-1865). A pesar del delito cometido, sólo estuvo detenido dos años. En 1868 el gobierno federal retiró todos los cargos por lo cual fue liberado conservando sus derechos políticos.

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