Alfredo García ¿Fue la negociación del acuerdo entre EU y México un triunfo extorsionista del presidente Donald Trump o la prudencia de su colega mexicano, Andrés Manuel López Obrador? Ambos triunfaron.
El acuerdo establece que México fortalecerá “significativamente” la aplicación de su ley migratoria, priorizará el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera Sur y trabajará para desmantelar organizaciones de traficantes de personas, redes de financiamiento y transporte. México también aceptará a los migrantes que EU retorne una vez que soliciten asilo y tengan que esperar la resolución de su trámite, brindando oportunidades de trabajo, educación, salud, y protección a sus derechos humanos.
Por su parte EU suspendió indefinidamente la amenaza de aumentar los aranceles y dio su “beneplácito” al proyecto de “invertir y brindar mayor apoyo para el desarrollo y la prosperidad del Sur de México y Centroamérica”, según el plan integral elaborado por el presidente mexicano con los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras. Ambas partes acordaron de “ser necesario”, continuar sus conversaciones para enfrentar “los flujos migratorios irregulares y las cuestiones de asilo”, que “serán concluidas y anunciadas en un período de 90 días”.
El presidente Trump escribió en Twitter: No será “necesario” volver a amenazar con aranceles a México, porque el país vecino “cooperará” con él, para contener la migración hacia EU después del acuerdo alcanzado. “Antes, México no estaba cooperando en la frontera en cosas que teníamos o que no teníamos y ahora tengo una confianza completa, especialmente después de hablar ayer (pasado sábado) con su Presidente, en que cooperarán mucho y en que quieren hacer bien el trabajo”, agregó Trump.
No obstante, un artículo del periódico, The New York Times, restó importancia al “éxito” de Trump, asegurando que el acuerdo anunciado con gran “entusiasmo” por el presidente, consiste “en acciones que México había prometido tomar en conversaciones anteriores con EU durante los últimos meses”, según explicaron “funcionarios anónimos de ambos países familiarizados con las negociaciones”.
Y prosigue el Times: “La declaración conjunta dice que México aceptó el despliegue de su Guardia Nacional en todo México, dando prioridad a su frontera Sur”, acción que el gobierno mexicano ya se había comprometido el pasado marzo durante “conversaciones secretas” en Miami entre Kirstjen Nielsen, entonces secretaria de Seguridad Nacional de EU y Olga Sánchez, secretaria mexicana del Interior.
Sobre el programa para permitir que solicitantes de asilo permanezcan en México mientras continúan sus casos legales en EU, el periódico neoyorquino aseguró que ese acuerdo “se alcanzó en diciembre en un par de notas diplomáticas cuidadosamente negociadas que los dos países intercambiaron”. Sin embargo, añade el citado periódico, EU no logró persuadir a México para que aceptara un tratado de “tercer país seguro”, que hubiera dado a EU “la capacidad legal de rechazar a los solicitantes de asilo si no hubieran buscado refugio primero en México”.
En las conversaciones en Washington se pudo contrastar la elevada estatura como estadista del presidente mexicano, con el enanismo político del mandatario norteamericano. La opinión pública fue testigo de quién esgrimía el martillo y quién la dignidad. El presidente López Obrador, con serenidad y optimismo, demostró confianza sobre su propuesta a EU, mientras Trump, dando marcha atrás a la amenaza repudiada por sectores productivos de ambos países con la premeditada imagen de ganar con chantaje lo que no pudo alcanzar con la razón, resta credibilidad como gobernante.