La demorada visita de Jair Bolsonaro a su par argentino Mauricio Macri brindó ocasión a los analistas y otros observadores para examinar semejanzas y diferencias, pues ambas las hay, entre los dos personajes igualmente servidores del imperialismo norteamericano en la sucia misión de encadenar a Brasil y Argentina al yugo yanqui y contribuir a que así ocurra con el resto del continente.
En cuanto a Venezuela, por ejemplo, ambos reconocen a la inexistente y caricaturesca presidencia del títere Guaidó y emulan torpemente por mostrar a Trump la mayor genuflexión y obediencia en este tema.
Sin embargo, aunque los dos son piezas del sistema de dominación neocolonial, antinacional y antipopular que el imperio yanqui y sus servidores locales pretenden imponer sobre Sudamérica en particular pero también sobre toda América Latina y el Caribe, no hay dudas de que en sus raíces y procedencias aparecen diferencias que no pueden verse desconectadas de las condiciones concretas de los países respectivos.
Mientras que a Bolsonaro pudiese calificarse como un aventurero que combina la ideología fascista con el neoliberalismo y ya se desinfla con rapidez, los mismos que lo auparon, incluidos los militares, ya parecen estar buscándole sustituto para que los represente y favorezca con un mínimo de seriedad; Macri, por su parte, es un oligarca de raíz que representa y defiende los intereses de su clase y de su sector más reaccionario, los agro exportadores, un enemigo histórico de los trabajadores desde sus tiempos de alcalde de Buenos Aires.
Una rápida visión actual puede dar la impresión de que el régimen de Bolsonaro es más estable, pues en Argentina las protestas sociales crecen organizadamente, la economía va en picada sin esperanzas de recuperación a pesar de la “ayuda” del FMI y las perspectivas electorales de Macri para reelegirse en el próximo octubre no son nada seguras, aunque sus jueces encierren a Cristina Fernández como hicieron con Lula en Brasil.
Está claro que la llegada de ambos “jinetes del desastre” a la presidencia fue posible por condiciones temporales y muy específicas que se produjeron en un determinado momento pero que no volverán a repetirse en ninguno de los dos países.
El imperialismo norteamericano, por supuesto, hará todo lo posible por sostenerlos, pues, cada uno con sus matices, son rápidos servidores y hasta ahora son seguros y obsecuentes.
En Argentina la presencia militar de Estados Unidos es cada vez más evidente y ya se posesionan de los lugares donde estarán sus instalaciones intervencionistas.
Se aprecia con claridad que en los dos casos será la unidad, organización y movilización populares, acompañados de una lúcida dirección táctica y estratégica, la determinante para poner fin a la condición colonial a que están sometidos.