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Internacional

Vaza Jato, nuevo escándalo en Brasil

Por Adriana Robreño

Le llaman “vaza”, porque en portugués vazar significa filtrar. Gracias al portal de noticias The Intercept el mundo entero supo que la insigne operación anticorrupción Lava Jato de Brasil, iniciada en 2014, en realidad fue una maniobra política, un pretexto.

El medio, dirigido por el periodista Glenn Greenwald, publicó una serie de reportajes que han trastocado la vida política del país y afectan seriamente la imagen del actual gobierno al sacar a la luz conversaciones donde el juez Sergio Moro, ministro de Justicia en el Gobierno de Jair Bolsonaro, orientó, alertó y estimuló al procurador Deltan Dallagnol, al frente de la Lava Jato.

Ante ese hecho, diputados del Partido Social Liberal (PSL), al cual pertenece el presidente Jair Bolsonaro, solicitaron rápidamente que el profesional de la información se presentara ante la Cámara Baja a explicar la filtración de los mensajes privados, lo cual sería una violación. Es decir, para ellos lo relevante no era el contenido hecho público, sino la filtración en sí.

Los legisladores de oposición coincidieron en que Greenwald debía presentarse y tomaron una decisión poco común: apoyar a los aliados al gobierno, pues vieron la posibilidad de desenmascarar aún más a Moro como un magistrado totalmente parcial que conspiró contra el Partido de los Trabajadores y contra el ex presidente Lula da Silva.

Fue entonces que los diputados del PSL percibieron que si el jefe de The Intercept se presentaba eso lo favorecería, por lo que se arrepintieron y decidieron votar en contra de su propio requerimiento, pero no tenían suficiente mayoría para rechazar su propuesta inicial. Se armó una gran discusión mientras los opositores disfrutaban ver a sus enemigos políticos enfrentados entre ellos. Finalmente, no llegaron a una decisión de si el periodista debía ir o no al parlamento. Este hecho es un reflejo de la situación que vive Brasil, donde quienes gobiernan y sus aliados están en constante contradicción y muchas veces –como ésta- hacen el ridículo.

Después de haber vivido años escuchando hablar del combate a la corrupción, los brasileños saben ahora con las recientes revelaciones que este fue un pretexto que causó la destrucción de la democracia, del Estado de derecho, del prestigio del Poder Judicial, el estancamiento de la séptima economía del mundo e incluso cambió el destino político del país.

Las denuncias de las escandalosas conversaciones no se limitan a los agentes de la Lava Jato, sino que incluyen a miembros del Supremo Tribunal Federal, medios de comunicación, y hasta representantes de los Estados Unidos. Es así que se pone al desnudo de forma brutal toda la trampa montada para perseguir a Lula y para bloquear la voluntad popular de que volviera a gobernar el país.

Cuando apenas inicia la Copa América en un país donde el fútbol corre por las venas, no se percibe el ambiente festivo. Quizás los brasileños no pueden pensar en el deporte mientras las principales ciudades del gigante suramericano estuvieron prácticamente paradas este viernes como parte de la huelga general contra la reforma del sistema de pensiones que propone Bolsonaro, a la vez que esperan las ya anunciadas nuevas revelaciones del Vaza Jato.

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