Los 13 líderes de Asia asistentes a la V Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza de Asia, en Tayikistán, reiteraron que ningún país puede interferir en los asuntos internos de otros. El cónclave dará a conocer su documento final, el “Comunicado Dusambé”.
Al dirigirse al foro, el presidente ruso Vladimir Putin, refirió que “hay peleas sin reglas” con amenazas y exclusión de competidores y que se necesitan los esfuerzos colectivos para hallar solución; e instó a retirar las restricciones comerciales y sanciones en la esfera social y humanitaria.
El presidente de China, Xi Jinping, llamó a la apertura de nuevas perspectivas para la seguridad y el desarrollo de una de las regiones más dinámicas y prometedoras del mundo y convertirla en un espacio abierto e inclusivo bajo nuevas circunstancias; asimismo, a enfrentar los retos comunes y lograr una paz duradera y una prosperidad compartida. Pidió un diálogo igualitario basado en el respeto mutuo y a las normas comerciales multilaterales, y a no recurrir al proteccionismo y el unilateralismo; al visualizar una comunidad asiática con un futuro compartido.
Mientras al otro lado del planeta, el senador estadounidense de Carolina del Sur, Lindsey Graham, un troglodita fiel al presidente, decía a la prensa que Donald Trump debe invadir militarmente a Venezuela como lo hizo Ronald Reagan con Granada en 1983. Además, darle un ultimátum a Cuba sin cuyo apoyo el gobierno bolivariano no duraría un día. Ante la agresión, afirmó, el ejército venezolano se doblará como un “traje barato” y limpiaremos nuestro patio trasero. De hacerlo, asegura, intimidarían a Corea del Norte e Irán.
Se trata de lo que podría calificar como la “Operación limpieza” y que pareciera sacada de los archivos del Tercer Reich; pero con una preocupante actualidad, porque no sólo sería sanear el “patio trasero”, sino la pretensión de expurgar la raza y establecer un orden hegemónico de supremacía aria, que Hitler no logró.
Pero, el lenguaje propio de los “perros de la guerra” subestima la dignidad de los pueblos, un sentido de identidad y pertenencia que no reconoce fueros ajenos. Qué desconocimiento de la historia viva de las naciones; de sus raíces, de sus anhelos y proyecciones; del respeto a su independencia que está más allá de los credos y diferencias banales.
De seguir la retórica de Estados Unidos y Arabia Saudita, la condena se adelantó al juicio: el culpable de poner en peligro la seguridad mundial con los recientes ataques a los buques en el golfo de Omán es Irán, con el beneplácito de Israel y Arabia Saudita. Riad asesinó al periodista turco, Jamal Khashoggi, en su consulado saudí en Estambul en octubre de 2016; y el hecho “indignó” tanto a Trump que ahora quiere vender 8,000 millones de dólares en armas al Gobierno saudí y a otros países del área, para lo que emitió una “emergencia” en mayo y evitar que su decisión sea supervisada por el Congreso.
En tanto, la Cámara de Representantes estadounidense debate proyectos de resolución para impedirlo, pues las ventas no son compatibles con los intereses y las leyes del país.
Washington enciende fogatas por el mundo con el aval del Comando Central de sus Fuerzas Armadas. Para ellos, el clavo de una bota vale más que la vida de un niño.
Pero Asia toca a la puerta y puede que no lo haga dos veces.