Cristóbal León Campos
La lucha de los pueblos por establecer un orden justo y democrático es continua y se renueva conforme se aglutinan la conciencia y las necesidades, la opresión es siempre un garante de que vendrá en algún momento el grito libertario que pondera para los olvidados la implantación y restitución de todo aquello que ha sido despojado, Nuestra América entra en un etapa de reconfiguración de las fuerzas, nuevamente opresores contra oprimidos, la avanzada ultraconservadora comienza a ser confrontada por la voluntad popular de poner fin a las laceraciones, el neoliberalismo alcanza sus límites convirtiéndose en la trampa antagónica del capitalismo, la organización y los reclamos crecen al tiempo en que los oligarcas reprimen las expresiones de inconformidad tratando de mantener sus poderes intactos, la voz inquebrantable de la dignidad retumba en el seno mismo que la provoca, los pueblos se unen para resistir.
En Honduras se extiende el deseo de transformar la realidad, a los maestros y médicos que desde meses atrás vienen conformando la vanguardia, se le suman ahora otros grupos de trabajadores como los transportistas y sectores populares para exigir la salida del presidente, Juan Orlando Hernández, acusado de reelegirse mediante un fraude en el 2017 y de ser un claro lacayo del imperialismo estadounidense. La crisis centroamericana se ha profundizado, los éxodos de inmigrantes fueron las señales de lo venidero, el hartazgo social tiene siempre formas expresivas que revelan las formas de su conformación, ahora las fuerzas populares se encuentran movilizadas con un solo sentir, reivindican su derecho a la justicia, reclaman el fin de la opresión simulada como desarrollo, en la propia Policía Nacional sus miembros de escala básica y el cuerpo especializado Cobras, se han declarado en paro indefinido y ha dicho no participar más en la represión orquestada por los poderosos contra las masas rebeladas, el grado alcanza enfrentamientos internos al querer ser disuadidos por el director de la Policía Nacional a quien recibieron con bombas lacrimógenas y disparos a tierra. Esta crisis sistémica se agudiza con el desabastecimiento de combustibles generado por el paro de los transportistas de carga. En Tegucigalpa se registran al menos tres enfrentamientos entre los opresores leales al régimen antidemocrático de Juan Orlando Hernández y los policías sublevados, el pueblo en las calles de los principales puntos del país centroamericano busca poner fin al gobierno injusto.
La subversión de un sector de la policía no significa para nada el fin de todo el aparato represivo dirigido desde el poder central, de las últimas jornadas de protesta se registran por lo menos dos muertos y decenas de heridos, el régimen hondureño ha mostrado desde antes su rostro violento y su cerrazón, todo ello, acompañado de la ya común campaña mediática de las corporaciones capitalista que por un lado distorsionan la noticia negando la inconformidad popular y, por otro lado, la silencian según sea la conveniencia del momento o de la estrategia política, lo cierto es que el reclamo social es verdadero y se va profundizando por la respuesta del poder empecinado en mantenerse, el pueblo hondureño libra jornadas de insurrección por la defensa de sus más elementales derechos.
En este contexto, la figura del ex presidente, Manuel Zelaya, derrocado por un golpe parlamentario orquestado por los Estados Unidos en el 2009, ha reaparecido como una de las voces de protesta. Manuel Zelaya ha dicho ante el panorama complejo que las elecciones “no representa nada para nosotros. La única opción que tenemos es la rebelión, amparada en la Constitución”. El ex presidente lanzó un llamado al pueblo para mantenerse “en vanguardia y alerta popular sin distintivos políticos”. Es importante recordar que en tan solo unos días se cumplirán diez años del golpe de Estado que derrocó a Zelaya, un acontecimiento que juega un papel fundamental en la subjetividad de la población, pudiendo ser catapulta para la conciencia. Además, el golpe de Estado ha sido interpretado como el principal factor para la crisis que ahora se vive, generando violencia, miseria, éxodos de inmigrantes y violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
Honduras está en las calles, su lucha debe ser respaldada desde la movilización, la denuncia y la difusión por todos quienes asumimos como urgente el fin de la opresión y la liberación de nuestros pueblos, Nuestra América unida debe alzar su voz.
*Integrante del Colectivo Disyuntivas