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Brexit: salto mortal

Alfredo García

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Tal como sucede con Israel, el péndulo político en el Reino Unido se mueve históricamente en la dirección que marca Washington. El “líder” conservador y ex alcalde de Londres, Alexander Boris de Pfeffel Johnson, es ya nuevo el primer ministro de la quinta economía mundial, al ganar el liderazgo del Partido Conservador con el 66% de votos frente al 34% de su rival, Jeremy Hunt. Después de recibir la renuncia formal de la primer ministro, Theresa May, la reina Isabel II encargó a Johnson formar un nuevo gobierno.

Johnson, periodista, presentador de emisiones de televisión (su popularidad se debe a un programa humorístico), nació en New York, Estados Unidos, hace 55 años, de descendencia turco-francés-alemán. Su bisabuelo, Ali Kemal, sirvió como ministro del Interior en el Imperio Otomano y su padre, Stanley Johnson, fue diputado conservador y alto funcionario del Banco Mundial (BM) y la Comisión Europea.

El flamante jefe de gobierno realizó estudios en la elitista escuela de Eton y la Universidad de Oxford. Comenzó su profesión periodística en el diario The Times, en 1987. En 1994 fue nombrado vice-editor del periódico Telegraph, y en 1999 editor de The Spectator.

Inició su carrera política como diputado al Parlamento británico en 2001 y posteriormente fue nombrado ministro de Educación Superior en 2005 por su condiscípulo el entonces primer ministro, David Cameron. En 2008 fue elegido al importante cargo de alcalde de Londres. Al terminar su mandato en 2015, Johnson regresó al Parlamento.

En 2016, fue designado ministro de Exteriores por Theresa May, en reconocimiento de su campaña en favor de la salida (brexit) de la Unión Europea (UE). Sin embargo, Johnson renunció más tarde, por su desacuerdo con May en las negociaciones con la UE sobre el “brexit”, controversia que lo convirtió en el líder conservador más extremista en la salida de la UE y candidato favorito a primer ministro dentro del Partido Conservador. Johnson prometió abandonar la UE a finales de octubre, “con o sin acuerdo”.

Notorio por su racismo y extravagancia personal, Johnson como Trump, es amado por unos que lo consideran un “tesoro nacional” y odiado por otros que lo califican de “payaso sin principios”. Su excéntrica trayectoria política, rayana en el ridículo, no ha estado exenta de polémica pero tampoco fue obstáculo para que la mayoría de los británicos lo eligieran primer ministro. Con su conservadora ideología, la desordenada cabellera rubia y el sensacionalista estilo hombre-show, Johnson parece un “clon” británico del presidente Trump.

El programa de gobierno de Johnson, al igual que el de Trump, suena como música celestial en los mercados. Ha prometido bajar impuestos empresariales, aumentar inversiones en grandes proyectos de infraestructura y suspender el estricto control del gasto aplicado por el ministro de Economía. Johnson cuenta para su programa económico con el supuesto ahorro de la deuda del país con la UE por el “brexit” (44 mil millones de euros) que ha prometido no pagar si no dan mejores condiciones por considerarlo una “multa” injusta.

Para el Reino Unido, el “brexit” es un salto mortal sin malla. Puede alcanzar la cumbre o un despeñadero. Johnson cuenta para el éxito de gobierno, con la identificación ideológica y excelente relación de amistad con Trump. Sin embargo, la presión que ejerce el presidente norteamericano sobre sus aliados europeos para que lo acompañen en su desafío a la revolución iraní, crea incertidumbre sobre una futura alianza estratégica, porque obligaría al Reino Unido a alejarse de Francia y Alemania en la preservación del Acuerdo Nuclear alcanzado con Irán en 2015 y el rechazo a la política unilateral de Washington y las nuevas sanciones económicas contra el país persa.