Internacional

Alfredo García

Corea del Norte realizó ayer el lanzamiento de dos nuevos misiles como respuesta a los desplantes e indecisión del presidente Donald Trump para continuar las negociaciones sobre la desnuclearización de la península coreana y el acuerdo de paz entre ambos países. El ejercicio militar coincidió con el rechazo norcoreano a continuar el “diálogo” con el presidente surcoreano, Moon Jae-In, aparente artífice del acercamiento diplomático entre EU y Corea del Norte.

El enérgico recordatorio bélico y la presión sobre Seúl se añadió al músculo mostrado por Pyongyang el pasado julio cuando anunció la fabricación de un nuevo tipo de submarino capacitado para disparar misiles nucleares. A finales del mismo mes, el gobierno norcoreano confirmó haber probado un nuevo tipo de “arma táctica teledirigida”, acción considerada como respuesta al fracaso de la cumbre entre Trump y Jon-un el pasado 30 de junio en la frontera de ambas Coreas.

Días después el ministerio del Exterior norcoreano amenazó con reactivar sus ensayos nucleares frente a la decisión de EU de reiniciar las maniobras militares conjuntas con Corea del Sur. Sin embargo el pasado 7 de agosto las maniobras, “19-2 Dong Maeng”, se llevaron a cabo junto con la llegada de “armas de ataque ultramodernas” a Corea del Norte y la compra de nuevos aviones de ataque norteamericanos. En medio de las maniobras militares conjuntas, Pyongyang realizó una prueba de misiles tácticos de nuevo tipo como “advertencia” para Washington y Seúl. Tanto Trump como el titular de Exterior, Mike Pompeo, han restado importancia a las pruebas de misiles atribuyéndolo a un intento de Jon-un, por reafirmar posiciones ante un probable reinicio de negociaciones entre ambos países.

El fracaso provocado en las tres cumbres entre EU-Corea del Norte (Singapur, Hanoi y Panmunjom) desde finales de 2017 por la intempestiva conducta política de Trump, aunque dejando siempre puertas abiertas para futuras negociaciones, apuntan hacia el potencial riesgo de no comprender la cultura del país asiático. Según sus declaraciones públicas, Trump entiende que la aceptación de Jon-Un a las negociaciones diplomáticas, es un virtual acto de rendición militar frente a EU, mientras para el presidente norcoreano el cambio de política de la Administración Trump obedece al éxito alcanzado por el desarrollo militar nuclear de Corea del Norte que lo coloca en una posición militar de fuerza de igual a igual frente a las amenazas de su implacable “enemigo”.

Después de más de dos años de “imprevisibles” comportamientos políticos, el presidente Trump comienza a hacerse “previsible”. La inesperada iniciativa de acercamiento diplomático al presidente norcoreano, Kim Jon-Un, para tratar el histórico contencioso que sorprendió al mundo con una esperanza de paz, se perfila como un oportunista tema de campaña electoral para su reelección presidencial.

Aunque no es el único asunto en la agenda internacional, pues la expectativa creada con las tensiones con Irán, los desacuerdos comerciales con China, el pulseo geopolítico con Rusia, la novedosa relación de amor y odio con sus “aliados” europeos y hasta la abusiva política injerencista contra Cuba y Venezuela van quedando como final de un drama televisivo nocturno con récord de audiencia, para un nuevo mandato.

Sin embargo, a pesar de que el empresario presidente ha maniobrado con astucia la táctica negociadora de fuerza con sus rivales, impidiendo llegar a un punto de no retorno, su déficit de cultura política puede llevarlo a cometer un irreversible error estratégico de la realidad norcoreana.