El pontífice ha hablado a menudo de la necesidad de dar la bienvenida a los migrantes. En su primer viaje como Papa, en 2013, viajó a la isla italiana de Lampedusa para consolar a refugiados.
CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El Papa Francisco lamentó el domingo la “cultura de la comodidad” que lleva a la indiferencia ante una crisis global de migraciones y refugiados .
“No podemos ser indiferentes a la tragedia de viejas y nuevas formas de pobreza, al desolador aislamiento, el desdén y la discriminación que experimentan aquellos que no pertenecen a ‘nuestro grupo”, dijo Francisco, que ha convertido la atención a los migrantes en una clave de su pontificado, durante una misa por el Día Mundial de los Migrantes y Refugiados.
“No podemos permanecer insensibles, con el corazón muerto, ante la miseria de tantas personas inocentes. No debemos dejar de llorar. No debemos dejar de responder”, afirmó.
El pontífice ha hablado a menudo de la necesidad de dar la bienvenida a los migrantes. En su primer viaje como Papa, en 2013, viajó a la isla italiana de Lampedusa para consolar a refugiados. Su mensaje encontró una resistencia política en el anterior Gobierno populista de Italia , cuyo ministro del Interior, Matteo Salvini, hizo campaña para impedir la llegada a Italia de migrantes rescatados en el mar por grupos humanitarios.
Durante su homilía el domingo, Francisco señaló que las armas que alimentan las guerras a menudo se venden y producen en otras regiones “que después no están dispuestas a recibir a los refugiados generados por estos conflictos”.
Muchos migrantes y refugiados de conflictos en todo el mundo asistieron a la misa en la Plaza de San Pedro, que terminó desvelando una escultura de bronce que muestra a migrantes en un bote abarrotado.
“Esta escultura muestra a un grupo de migrantes de varias culturas y diferentes periodos históricos. Quería esta obra artística aquí en la Plaza de San Pedro para recordar a todo el mundo el desafío evangélico de la hospitalidad”, dijo Francisco.
Un coro multiétnico cantó durante la misa, y el incienso utilizado procedía de un campamento de refugiados en el sur de Etiopía, donde los refugiados están retomando una tradición de 600 años de recolectarlo. El incienso, señaló el Vaticano, “nos recuerda que los refugiados también pueden prosperar, no solo sobrevivir”.