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El miedo a ser deportado 'te paraliza”

WASHINGTON, EE.UU., 5 de septiembre (EFE).- Miedo es la palabra que mejor describe a Samuel Cervantes, un joven de 22 años nacido en México que creció en Estados Unidos, donde lleva dos años en vilo ante su futuro desde el anuncio del presidente Donald Trump de acabar con el programa migratorio que protege a los llamados “soñadores”.

“Yo me había preparado mentalmente para el momento en que Donald Trump se convirtiera en presidente, yo sabía que el programa DACA se iba a terminar”, confesó a Efe Cervantes, que llegó a EE.UU. junto a sus padres cuando solo tenía cinco años, en alusión a la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, en inglés), que da amparo a los “soñadores”.

“Sin embargo -continuó- después de meses de prepararme físicamente, mentalmente, de que esto iba a ser mi realidad me causó mucha ansiedad, me causó miedo y mi mundo completamente ha cambiado, dio una vuelta y sentí que todo lo que podía haber hecho, sentí que todos mis logros eran en vano”.

Cervantes, que es investigador asociado en FWD.us, una asociación creada por líderes tecnológicos partidarios de una nueva política migratoria, observa con preocupación la posibilidad de que la tarjeta -una especie de carné para los soñadores- que recibió un día y que le abrió la puerta a numerosas oportunidades quede sin validez en octubre del próximo año.

“Durante los últimos años que he tenido DACA, mi identidad se vio conectada con DACA y es parte de cuando me levanto cada día, esto es lo que pienso”, comentó.

“Es un miedo que te paraliza y no puedes moverte. Entonces, es lo que sentí cuando se terminó el programa: ansiedad, miedo, no podía moverme, pero tenemos que trabajar y es lo que me han inculcado mis padres”, complementó Cervantes, con habla pausada y reflexionando antes de formular cada frase.

De su memoria extrae recuerdos de sus inicios en Estados Unidos, que describió como un lugar en el que se hablaba un lenguaje diferente para él en aquel entonces y que supuso un cambio “de un día a otro” al que se arriesgaron sus padres para darles una mejor vida.

Pero también la condición de “indocumentado” de la que tuvo conciencia con apenas 7 años después de que sus progenitores se lo contaran.

Con 7 años, “uno no puede entender qué significa fronteras, qué significa un estatus migratorio, qué significa la ley; entonces, yo no lo canalicé y no entendía lo que era. Yo solamente sabía que no tengo un número de seguro social y eso es todo”, rememoró.

No obstante, admitió que al pasar el tiempo comprendió que el número de seguro social, que en Estados Unidos equivale al documento de identidad, era necesario para obtener una licencia de conducir y para aspirar a un puesto de trabajo.

“Fue cuando entré en mi adolescencia cuando me di cuenta de los límites que yo tenía en Estados Unidos por ser un inmigrante indocumentado, entonces, cuando DACA fue anunciado se me abrió un mundo, como dicen, ‘la luz entró entre las nubes’ y finalmente sentí que podría ser la persona que siempre sabía que yo era”, relató.

Y es que ser beneficiario de DACA le permitió obtener el carné de conducir, pero también otras muchas cosas más: “Me dio confianza para poder caminar en este mundo y saber que no me van a deportar, y me dio tranquilidad”, recordó este joven, a quien se le ilumina el rostro al evocar el momento en que recibió una carta con su tarjeta como receptor de ese programa.

Como “soñador”, Cervantes pudo ingresar a la universidad de Texas, donde cursa Estudios de Comunicación, con un certificado en Derechos Humanos y Justicia Social, que lo convirtió además en el primer integrante de su familia en pisar una casa de estudios superiores.

“Vengo de una familia humilde, donde todo es de cheque en cheque. No tenemos muchos dinero, pero mis padres siempre me han proveído con lo que tienen”, resaltó, al indicar que su padre es mecánico y su madre se dedica a cuidar del hogar.

Ambos aún están indocumentados, pero, aseguró, “trabajan todos los días”.

Sin embargo, desde hace dos años han revivido los temores de su infancia, cuando sus padres se abstenían de ir a hospitales, farmacias o cualquier lugar donde les preguntaran por su estatus migratorio por la terminación del DACA por parte de Trump.

“Mis padres no quieren salir tan frecuentemente (...). Están más atentos a quién está al lado”, dijo Cervantes.

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