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Internacional

Irán y la guerra asimétrica

Pedro Díaz Arcia

Cuando el 8 de enero se produjo el ataque iraní con misiles balísticos contra la base aérea estadounidense de Ayn-al-Asad, en la provincia iraquí de Anbar, en el Oeste del país, y contra otra base ubicada en Erbil, en la región kurda semiautónoma de Irak, en respuesta al asesinato del general Qassem Soleimani, Teherán afirmó que decenas de soldados norteamericanos habían muerto; pero el presidente Donald Trump, apenas sin conocer lo sucedido o conociéndolo, dijo que no había heridos, y con daños mínimos.

Pocos días después, el 16 de enero, el Pentágono informó que 11 soldados resultaron heridos. La cifra fue creciendo de a poco, hasta que el 10 de febrero se confirmó oficialmente que 109 militares sufrieron lesiones cerebrales traumáticas y que un buen número de ellos habrían regresado a sus tareas habituales. El Departamento de Defensa, por si acaso, dijo en un comunicado que se trata de “una instantánea en el tiempo y el número puede cambiar”; sin embargo, el parte se dio luego que Trump fuera absuelto por el Senado de los cargos que se le imputan.

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No olvidemos que el imperio militar más poderoso del mundo resultó abofeteado por un “país de mierda”. El ataque mostró que la tecnología iraní es “mucho más avanzada” que lo previsto por las agencias de inteligencia norteamericanas. Se hizo evidente que misiles de crucero de largo alcance podrían causar impacto a unos 2,500 kilómetros de sus fronteras, es decir, a un objetivo en el Golfo Pérsico. Es conocido que oficiales de inteligencia y del Ejército estadounidense quedaron atónitos ante la precisión, capacidad y temeridad por parte de los iraníes.

En un artículo publicado en The New York Times, en enero 9, analistas internacionales afirman que Teherán posee armas más poderosas que sus misiles, en alusión a una red de militantes aliados, unos 250,000 combatientes con la disciplina de ejércitos profesionales, y con la ayuda del credo, digo yo. Además, de equipos de hackers, considerados entre los más peligrosos del planeta y la posesión de sofisticados drones de vigilancia y otros dotados de armamento. China, Rusia y Corea del Norte los han provisto y actualizado de tecnologías y suministros.

La invasión, ocupación y permanencia en Irak ha costado a los contribuyentes estadounidenses más de 2 billones de dólares, según un artículo publicado en el portal The Business Insider.

Pero las tensiones en Medio Oriente van más allá del contencioso entre Estados Unidos e Irán. El Gobierno de Tel Aviv no pierde oportunidades para atacar a las fuerzas que apoyan a Damasco, dentro y fuera del territorio del país árabe; mientras se agudizan los problemas entre Rusia y Turquía.

Hace unos días, fuerzas turcas atacaron más de 100 objetivos del Gobierno sirio en respuesta a la muerte de 14 de sus soldados en una agresión contra un puesto militar en Idlib. Ankara declaró que usará la fuerza contra quienes violen el alto al fuego en el área y atacará tropas de Bashar el-Assad “en cualquier parte” de la nación árabe si otro militar turco fuera herido.

Ante un improbable enfrentamiento directo entre fuerzas rusas y turcas, la página Global Fire Power (Potencia de Fuego Mundial), comparó las fortalezas militares de ambos. El Ejército ruso tiene 766,000 efectivos, Turquía posee 410,500; Moscú dispone de 2.5 millones de reservistas, frente a 185,630 Ankara. En cuanto al equipamiento militar en general, Rusia es muy superior en todas las armas. Por supuesto, en caso de un choque bélico podrían surgir diferentes alianzas locales y extraterritoriales.

Pero retornando al país persa: excluyendo el uso “quirúrgico” de armas nucleares en su contra, Irán puede librar una “guerra asimétrica” contra el Pentágono. Si lo duda, pues que pruebe.

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