BOGOTÁ, Colombia, 6 de febrero (AFP).- Popeye, el sicario del extinto narcotraficante colombiano Pablo Escobar, que se ufanaba de haber asesinado a centenares de personas por orden de su “patrón”, murió este jueves a causa de un cáncer de estómago.
Jhon Jairo Velásquez, su nombre de pila, falleció a los 57 años bajo custodia de los agentes carcelarios en el Instituto Nacional Cancerológico, en Bogotá, adonde había sido trasladado el 31 de diciembre.
Según el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), Popeye fue recapturado el 25 de mayo de 2018 acusado de “concierto para delinquir y extorsión’.
Conocido por su alias criminal, el confeso sicario ya había pasado 23 años en la cárcel tras someterse a la justicia en 1992.
Hasta entonces fue uno de los cercanos a Pablo Escobar, el temido jefe del cartel de Medellín, que exportó miles de toneladas de droga a Estados Unidos.
Popeye -un apodo que según él resaltaba antebrazos y mentón sobresaliente que luego se operó- llegó a presentarse como el jefe de pistoleros del capo de la cocaína, aunque autoridades, víctimas y gente de la mafia pusieron en duda su importancia dentro de la organización.
En una entrevista con la AFP en 2015, Popeye dijo haber asesinado a “por lo menos 250 personas, quizás 300” por instrucciones de su “patrón”. Además de haber ordenado unos 3,000 asesinatos. Ninguna autoridad dio crédito a esa cifra.
Figura icónica del mal, Escobar libró una guerra sin cuartel contra el Estado colombiano para evitar su extradición a Estados Unidos, que estuvo marcada por la detonación indiscriminada de carros bomba y el secuestro o asesinato de líderes políticos, periodistas y jueces.
El jefe mafioso murió a manos de la policía colombiana el 2 de diciembre de 1993 en la ciudad de Medellín.
En prisión, Popeye se hizo famoso por su locuacidad, exhibicionismo e historias de fábula sobre su vida criminal. Tuvo un canal en Youtube e inspiró la serie de Netflix basada en su autobiografía “Sobreviviendo a Pablo Escobar”.
Velásquez quiso “engrandecerse (...) y justificar su actividad criminal”, pero su papel fue más de “publicista de las acciones criminales del Cartel de Medellín”, dijo recientemente a la AFP el exvicepresidente y general retirado Óscar Naranjo, uno de los hombres qué mas persiguió a Escobar.
Condolencias insospechadas
Con más de un millón de suscriptores en su canal de YouTube, Popeye dio siempre que hablar incluso después de muerto.
El comandante del ejército, el general Eduardo Zapateiro, quien ha combatido directamente el narcotráfico, causó sorpresa con su mensaje de pesar.
“Presento a la familia de Popeye nuestras sentidas condolencias, hoy ha muerto un colombiano, haya pasado en su vida lo que haya pasado”, señaló el oficial en rueda de prensa.
Ante las críticas, matizó luego sus palabras en Twitter. “Conociendo su accionar delictivo y el dolor que le ha causado al pueblo colombiano, cuyas cicatrices aún no han sido sanadas, mi única consideración y la institucional es con las víctimas. Continuaremos la ofensiva contra este flagelo”.
De su lado, Juan Manuel Galán, hijo del candidato liberal Luis Carlos Galán, asesinado por orden de Escobar en 1989, ofreció su mensaje de consideración a “las miles de familias que este criminal destruyó”.
Su hermano, el político Carlos Fernando Galán, recordó el papel que jugó el sicario en su tragedia.
“Alias ‘Popeye’ confesó haberles entregado el arma a los sicarios que asesinaron a mi padre. Lo perdoné. No me alegra la muerte de ningún ser humano. Espero que al enfrentar la muerte se haya arrepentido de todos sus crímenes”, escribió en redes sociales.
Cuando recobró la libertad, Popeye siguió con su campaña de autopromoción, militó activamente contra el acuerdo de paz con la ya disuelta guerrilla de las FARC y denostó con furia a líderes de izquierda, a los que llegó a amenazar públicamente.
En 2018 fue recapturado por un caso de extorsión tras ser sorprendido por la policía en la fiesta de un jefe de la llamada Oficina de Envigado, dedicada al narcotráfico.