PARIS, Francia, 22 de marzo (AFP).- Con o sin coronavirus, decidir si a un paciente se le aplica o no la respiración artificial es un dilema que los médicos especialistas en reanimación enfrentan a diario.
Sin embargo, esta “selección” quizá se tenga que realizar a gran escala a causa de la epidemia actual, lo que plantea además cuestiones éticas.
Los enfermos graves necesitan de una fuerte reanimación, lo que ha desembocado en una saturación de los hospitales en algunos países. En tales condiciones, ¿qué paciente debe beneficiarse de la respiración asistida?
Desde hace tiempo, existen códigos de buenas prácticas al respecto, apuntan los trabajadores del sector. “No partimos de cero, son decisiones que tomamos todos los días”, explicó Bertrand Guidet, jefe del servicio de medicina intensiva de reanimación en el hospital Saint-Antoine de París.
Hay tres criterios de evaluación a la hora de decidir, que también se aplican a los casos del coronavirus: “El deseo del paciente”, su estado general de salud y la gravedad de la enfermedad, precisa.
Respecto al deseo del enfermo, el médico invita a que las familias hablen sobre el tema, porque la reanimación es “muy pesada” para los casos graves de COVID-19, y puede dejar secuelas importantes para los pacientes con un estado de salud delicado.
“Carga moral enorme”
“En función de los medios disponibles, intentaremos que esto no se convierta en una lotería”, agregó, destacando que hay que tener en cuenta varios factores, como la edad y las enfermedades subyacentes del paciente.
Al tiempo que el número de enfermos aumenta, hay que aprender a gestionar la situación “de forma sostenida”, señala Guidet. “Los enfermos que se presenten ahora no tienen que estar mejor atendidos que los que vayan a llegar dentro de una semana o de quince días, no hay que saturarlo todo inmediatamente”.