Internacional

Alfredo García

¿Cambiará la pandemia del Covid-19 el curso de la globalización económica, con un repliegue del multilateralismo? ¿O se impondrá una visión más humanista y justa del comercio internacional?

“La pandemia cambiará el mundo para siempre. El nuevo coronavirus detendrá la globalización, provocará el ocaso de Estados Unidos, aumentará ideas nacionalistas y creará un sistema económico mundial más sostenible”, asegura la revista norteamericana, Foreign Policy, tomando como referencia el análisis de 12 especialistas.

El estímulo en las ideas nacionalistas es una de las consecuencias que atribuyen al proceso de los gobiernos en el enfrentamiento al virus. “La pandemia fortalecerá el Estado y reforzará el nacionalismo. Los Gobiernos de todo tipo adoptarán medidas de emergencia para gestionar la crisis y muchos se mostrarán reacios a renunciar a estos nuevos poderes cuando la crisis termine”, según, Stephen M. Walt, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard. La apertura hacia una visión más humana de la globalización es pronosticada con cierta timidez por Walt: “El Covid-19 también acelerará el cambio de poder e influencia del Oeste al Este” (…) “Corea del Sur y Singapur respondieron mejor ante la epidemia y China reaccionó bien tras cometer algunos errores en la primera etapa. Mientras tanto, la respuesta en Europa y EEUU fue lenta y aleatoria”. Para, Kishore Mahbubani, miembro del Instituto de Investigación de Asia de la Universidad Nacional de Singapur, su opinión es más directa: “El coronavirus sólo acelera un cambio que ya había comenzado: de una globalización centrada en Estados Unidos a una globalización más centrada en China”.

Lo que más llama la atención de la inesperada amenaza sanitaria a la humanidad, son las diferentes respuestas de los países en todas las regiones del planeta y la descoordinación internacional frente al avance del letal virus. Mientras los analistas occidentales debaten sobre la mayor o menor intensidad de nuevos e inseguros equilibrios que establecerá la “mano invisible” del mercado global de las naciones, una diferente visión de la globalización potencializada por la solidaria respuesta de países como China, Rusia y Cuba, es inadvertida.

Siendo China el país de origen de la pandemia, no sólo está conteniendo la enfermedad en su territorio, sino que está prestando auxilio a países como España, Italia y Argentina, con el envío solidario de insumos médicos para hacer frente a la epidemia, mientras el gobierno ruso al mismo tiempo que despliega las fuerzas sanitarias en su territorio, envió a Italia un contingente de 8 brigadas médicas con 100 especialistas y equipamiento sanitario para ayudar a combatir la enfermedad. La sitiada Cuba, mientras combate la pandemia en su territorio, envía brigadas médicas para ayudar a combatir la epidemia, a Italia, Surinam, Granada, Venezuela, Jamaica y Nicaragua, a solicitud de sus gobiernos.

“El mundo será inestable, compartimentado y sus partes en mutua sospecha. Habrá empobrecimiento general y desaceleración tecnológica. Si antes había sincronía y concierto, ahora habrá asincronía y desorden”, es el pronóstico de Toni Timoner, británico especialista en escenarios de riesgo global.

Como proceso económico a escala mundial, la globalización constituye una creciente comunicación e interdependencia entre los países y es irreversible. Sin embargo dominada por intereses económicos neoliberales, la globalización se convierte en su contrario. La cultura global como corolario de la globalización económica, se resiste a ser herramienta de lucro y desigualdad social. La pandemia será derrotada cuando la solidaridad humana sea globalizada por el bien común, tal como lo practica China, Rusia y Cuba, y no podrá evitarse que ese “valor añadido” de equidad, revolucione la globalización económica.