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Internacional

Jorge Gómez Barata

De haber tenido en la actividad industrial y agraria resultados análogos a los alcanzados en las ciencias y la medicina, Cuba disfrutaría de una situación económica más holgada y sería menos vulnerable a los efectos del bloqueo. La estrategia trazada por Fidel Castro y la ruptura de dogmas y esquemas hizo la diferencia.

La fuga de talentos que en los años sesenta privó a Cuba de la mitad de sus médicos, así como el elevado precio de los medicamentos y la dificultad para adquirirlos debido al bloqueo de Estados Unidos, llevaron a Fidel Castro a trazar una estrategia basada en la formación masiva de personal con educación superior y la adquisición de las materias primas para fabricar las medicinas en el país. Esa estrategia permitió a la isla contar con 100. 000 médicos e instalar una avanzada industria médico-farmacéutica.

¿Si la fórmula es tan simple por qué otros no lo hacen? ¿Por qué existen alrededor de 60 países que no fabrican ningún medicamento?

¿Por qué, noventa estados carecen de capacidad para realizar investigaciones aplicadas a la farmacopea y se limitan a reproducir remedios ya existentes? y ¿Por qué hay tantas naciones que carecen de escuelas de medicina?

La verdad es que no es tan simple.

La estrategia cubana, es parte de una política que concibió la actividad educacional y científica como un todo y como elemento esencial de un proyecto de desarrollo basado en el talento nacional y en la integración en lugar de la competencia, lo cual ha permitido que las entidades educacionales, científicas y asistenciales, formen encadenamientos científicos y productivos que les permiten cooperar y compartir resultados para completar el ciclo de investigación + desarrollo + producción + comercialización.

La conversión de la ciencia en una rama avanzada de la economía nacional, caracterizada por la capacidad para agregar valor y ser altamente rentable, no es para Cuba un punto de partida sino de llegada en una andadura comenzada 60 años atrás cuando comenzó una epopeya educacional que dotó al país de un impresionante capital humano.

Lo que pudiéramos llamar el sector de la ciencia en la Isla está formado por más de 200 centros de investigación científica y producción en los cuales laboran cerca de 90 mil trabajadores, de los que unos 16.000 son doctores en ciencias, alrededor de 7.000 investigadores categorizados, así como los claustros de cerca de 40 universidades y facultades de medicina, decenas de miles de técnicos y trabajadores calificados. La Isla posee unos dos mil científicos e investigadores por millón de habitantes.

El sistema a cargo de la Academia de Ciencias y los ministerios de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Educación y Educación Superior coordinan una actividad científica que se completa con unos doscientos programas destinados a solventar necesidades nacionales, más de 50 publicaciones científicas certificadas, editoriales y programas de divulgación en los medios de difusión nacionales. Todo ello constituyó una prioridad para Fidel y lo es ahora para el presidente Miguel Díaz-Canel.

La desdichada coincidencia de una intensa campaña contra Cuba que incluyó la estúpida expulsión de los contingentes de miles de médicos cubanos de Brasil, Ecuador y Bolivia y la pandemia COVID-19 han visibilizado, incluso para quienes no querían verlo, las capacidades de Cuba en ámbitos tan exigentes como los médicos y farmacéuticos.

La ciencia y la medicina cubanas, convertidas en ramas avanzadas de la economía nacional no solo ayudan a los cubanos a vivir y sino también a no morir de enfermedades tanto antiguas como emergentes. La industria de las batas blancas, no solo proporciona un alto por ciento de los medicamentos utilizados en el país, exporta formulaciones, patentes y servicios profesionales, especialmente médicos, sino que asegura ingresos por miles de millones de dólares.

Conviene aclarar que ningún país o firma, excepto acciones filantrópicas o solidarias eventuales, puede regalar los preparados que fabrican porque cuestan caros. En 2018 Cuba invirtió cerca de mil millones de dólares en la actividad científica.

Suponiendo ingresos por 10 mil millones de dólares anuales, antes de que se finalizaran los contratos con Brasil, Ecuador y Bolivia, solo los médicos contratados en el extrajeron, aportaban más que el turismo, la industria azucarera y las remesas juntas.

El talento es por tanto la mayor fuente de ingresos en Cuba, por añadidura, la ciencia aporta activos no pecuniarios invaluables.

¿Cuánto vale el prestigio aportado por el Interferón Alfa 2B? ¡Razón tenía Fidel!

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