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Internacional

Humanización del inmigrante

Alfredo García

Comienza una tendencia favorable en la cultura, como consecuencia del coronavirus: la humanización del inmigrante.

El presidente Donald Trump dio un giro a su política racista y xenófoba, exhortando a médicos extranjeros a contactar con los consulados para acelerar los trámites de visados y puedan incorporarse a la lucha de Estados Unidos contra la Codiv-19. Al mismo tiempo el Departamento de Seguridad Nacional, anunció que aumentaría en 35,000 los visados para trabajadores extranjeros temporales no agrícolas, como hotelería o turismo. Seis días antes, se habían suspendido los servicios de visados en las embajadas de todo el mundo. “Animamos a los profesionales médicos que buscan trabajo en Estados Unidos con un visado de trabajo o de intercambio, especialmente aquellos que trabajan en temas de Covid-19, a contactar con la embajada o consulado más cercano para obtener una cita”, alentó la cancillería norteamericana.

El anuncio fue seguido por la definición por parte del gobierno de empleos “esenciales”, la “recogida de cosecha”, conociendo que es en su mayoría, trabajo de inmigrantes indocumentados. Se calcula que 800,000 personas trabajan en la industria agrícola de California, de los cuales el 60% son indocumentados. También se informó que no se realizarán redadas de migración cerca de servicios de salud, para evitar que el temor a acudir al médico provoque puntos de contagio. “La gente no debería evitar la atención médica por miedo a la actividad de la policía de inmigración”, informó el Servicio de Inmigración, (ICE por sus siglas en inglés). Con esa decisión, de hecho, todos los hospitales se convierten en “santuarios”, término repudiado por Trump.

“Queremos que vengan”, declaró Trump, el pasado 1 de abril: “No estamos cerrando la frontera para que no pueda entrar toda esa gente. Han estado ahí años y años y he dado mi compromiso a los granjeros: van a continuar viniendo”, aseguró el presidente haciendo acrobático equilibrio entre los empresarios que lo presionan para frenar la falta de trabajadores agrícolas y sus bases antiinmigrantes que rechazan cualquier beneficio hacia el inmigrante. La decisión de Trump contrasta con la información publicada el pasado jueves por el periódico The Washington Post, sobre la deportación expedita de 10 mil inmigrantes iniciada el 21 de marzo, que hizo retroceder en un 56% el cruce ilegal hacia territorio norteamericano, la cifra más baja en décadas. Es difícil calcular su número porque gran parte del inmigrante indocumentado sobrevive inhibido en “la sombra” del sistema. Según el Departamento de Seguridad Interna, DHS, institución encargada de establecer las cifras oficiales, hay 12 millones de indocumentados en el país.

El inesperado viraje migratorio dado por el presidente Trump se produjo en medio de un dramático llamado del Papa Francisco el pasado domingo, instando a la “solidaridad mundial” para hacer frente a la emergencia sanitaria, el “cese de todas las guerras”, a que se “relajen las sanciones internacionales”, se “condone la deuda a los países pobres”, así como un enérgico reclamo a la Unión Europea, UE, para que deje a un lado “rivalidades y egoísmo” para combatir la epidemia.

El impacto económico del coronavirus, contribuye a la toma de conciencia sobre los millones de inmigrantes indocumentados, convertido en “súbditos” del superdesarrollado capitalismo norteamericano. Sindy Benevides, directora de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, LCLU, declaró: “Los inmigrantes están trabajando en los supermercados, en el campo, procesando la comida, en la construcción. Son las personas que, en momentos de emergencia, mantienen este país funcionando. Confío en que esta crisis haga que, como sociedad, comprendamos esto”.

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