Internacional

El difícil equilibrio entre ciencia y política en tiempos de coronavirus

¿Qué peso debe tener la opinión de los científicos en las decisiones políticas? ¿Los poderes públicos deben seguir sistemáticamente a los expertos? La pandemia de COVID-19 enfrenta a los gobiernos a estas espinosas cuestiones.

“Si queremos que la COVID-19 pase a ser un mal recuerdo y no una pesadilla permanente, se debe priorizar el asesoramiento científico en todas las decisiones políticas, punto final”, responde a la AFP Sara Belich, especialista en política de salud pública en la universidad estadounidense de Harvard.

“Como científicos, intentamos arrojar luz, pero al final, son los políticos los que deben decidir”, dice a la AFP Simon Cauchemez, especialista en modelos matemáticos y miembro del comité que asesora a las autoridades francesas.

En la práctica, el equilibrio es difícil. El debate se cristaliza sobre todo alrededor de la cuestión del confinamiento, que salvó vidas evitando que los hospitales se colapsen, pero cuyo coste económico y social es terrible.

En Reino Unido, el gobierno de Boris Johnson recibió críticas por haberlo impuesto demasiado tarde.

“Nosotros los científicos dijimos que había que confinar. Pero los políticos rechazaron escucharnos”, acusó la profesora Helen Ward, del Imperial College de Londres, en una tribuna publicada por el diario The Guardian a mediados de abril.

En el lado contrario, algunas voces comienzan a alzarse en Alemania contra la canciller Angela Merkel, que aboga por un desconfinamiento progresivo.

“Cuando escucho que todas las demás consideraciones deben ceder el paso a la protección de la vida humana, encuentro que ese absolutismo no está justificado”, declaró recientemente el presidente de la cámara diputados Wolfgang Schauble al diario Tagesspiegel.

Merkel la científica

Alabada hasta ahora por su respuesta ante la epidemia, Merkel presta una gran atención a lo que le dicen los especialistas.

“Ayuda el hecho de que ella misma es científica [es física de formación] y es capaz de comprender las cifras”, afirmó a The Guardian el virólogo Christian Drosten del hospital de la Charité de Berlín.

En Francia, miembros de la oposición e intelectuales reprocharon al presidente Emmanuel Macron y a su gobierno refugiarse detrás de la opinión de los científicos.

Pero también fue criticado por lo contrario: decidió reabrir progresivamente las escuelas a partir del 11 de mayo, cuando el consejo científico para la epidemia abogaba por un cierre total hasta septiembre.

Esta divergencia no tiene “nada de chocante”, comentó a la AFP el profesor Pierre-Louis Druais, médico generalista y miembro del consejo científico.

“Damos orientaciones, pero no sería muy sano que en una sociedad sean los científicos quienes gobiernen todo”, continuó.

“Gobierno de médicos”

“Estoy en contra de un gobierno de médicos. Al igual que mañana, cuando se trate de trabajo, estaré en contra de un gobierno de empresarios”, afirmó por su parte al diario Le Monde el médico de urgencias Mathias Wargon, cuya esposa, Emmanuelle Wargon, forma parte del gobierno.

Según él, es importante que el político decida, pues aún hay muchos interrogantes científicos sobre el coronavirus, lo que alimenta las opiniones a veces divergentes de los expertos.

En otros países también se crearon estructuras científicas con ocasión de esta pandemia para asesorar al gobierno, como en Italia y España.

En Reino Unido, un organismo consultivo, el SAGE (Scientific Advisory Group for Emergencies), fue reactivado tras su intervención en otras crisis, como la epidemia de Ébola en 2014.

El caso de Estados Unidos es particular debido al carácter del presidente Donald Trump.

Su asesor científico, el respetado inmunólogo Anthony Fauci, tuvo que reorientar algunas de sus declaraciones aproximativas. Y el presidente también apoyó las manifestaciones anticonfinamiento.

Según un experto estadounidense preguntado por la AFP, estas “tensiones” entre responsables políticos republicanos y científicos están relacionadas con las elecciones presidenciales de noviembre, en un contexto en el que el confinamiento provocó “pérdidas de empleo y cierre de empresas”.

“El presidente Trump no puede controlar su instinto político: desde su punto de vista, si esto continúa así, va a perder la presidencia”, estima Robert Blendon, profesor de políticas de salud en Harvard. (AFP)