Jorge Gómez Barata
Un lector se molestó porque ante su sugerencia de que en Estados Unidos el nuevo coronavirus estaba contribuyendo a una “limpieza étnica”, le comenté que me parecía exagerado y que a mí juicio se trataba de un efecto de la “vulnerabilidad social” que padecen ciertos estratos sociales en los países desarrollados, especialmente en Norteamérica.
Los datos son reveladores. En Luisiana, el 70 por ciento de los muertos por COVID-19 fueron afroamericanos, aunque son un tercio de la población, en Michigan donde aportan el 40 % de las muertes, solo representan el 14 por ciento de los lugareños y, en el condado de Milwaukee, en Wisconsin donde son casi el 75 por ciento de los difuntos, constituyen apenas el 26 por ciento de los habitantes. En Alabama los afroamericanos son el 26 por ciento de la población, y ponen el 36% de los fallecidos. La proporción se repite en Illinois y en todos los estados del país.
“Estos hechos me parten el corazón, reveló Jerome Adams, Cirujano General de los Estados Unidos, máxima autoridad en materia de salud pública” y Lori Lightfoot, alcaldesa de Chicago dijo a The New York Times: “Esas cifras te dejan sin aliento”.
Obviamente, no se trata de una condición genética ni de una predisposición natural que hace a los afroamericanos más vulnerables al virus, sino un conjunto de factores sociales que los colocan en desventaja, no solo ante el Nuevo Coronavirus.
Lo que ocurre es que, además de estar peor atendidos y alimentados, viven en las comunidades donde la higiene es más deficiente, ocupan las peores viviendas, están hacinados en las grandes ciudades y se atienden en los peores hospitales.
Los afroamericanos se enfrentan al virus con la limitante de padecer más que sus compatriotas blancos enfermedades como diabetes, asma, trastornos respiratorios crónicos, hipertensión, obesidad y enfermedades cardíacas, que crean vulnerabilidades y debilitan sus defensas naturales para reaccionar a los ataques virales y responder a los tratamientos. A juicio del doctor Anthony Fauci, asesor de salud de la Casa Blanca: “Esas condiciones previas “conducen a un mal desenlace”.
“Según Tyan Parker Domínguez, profesora de trabajo social en la Universidad del Sur de California: “…La salud de la población es un espejo de las inequidades sociales”. Para Amitabh Chandra, director de investigaciones de políticas de salud en la Escuela de Gobierno de Harvard: “La población afroamericana es más vulnerable ante el coronavirus porque tienen menos seguros de salud, menos ingresos, menos ahorros y siguen trabajando en las calles durante la pandemia.
Según expertos, la situación es peor en las cárceles, dónde los afroamericanos superan por cinco a uno a los blancos.
La cifra de latinos enfermos y muertos comienza a superar la de los negros porque, a las “vulnerabilidades sociales” comunes, suman el hecho de que, al ser indocumentados, tienen miedo a perder el trabajo que realizan y dejan de acudir a los servicios de salud. Muchos hispanos temen más a la deportación que a la muerte. Una gran paradoja es que hay más dominicanos muertos por coronavirus en Estados Unidos que en República Dominicana.
La inexistencia de un sistema de salud pública es la mayor carencia institucional de los Estados Unidos y la discriminación racial su más grave problema social. Uno impide curar y el otro es generador de violencia y muerte.