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Internacional

Orfandad de principios

Pedro Díaz Arcia

En la competencia por la nominación republicana a la Casa Blanca en 2016, el senador por Florida, Marco Rubio, enfrentó a Donald Trump en una profusión de insultos. Aprovechemos la ocasión para recordar algunos momentos del debate que sostuvo con el magnate inmobiliario. En la refriega participó el también precandidato Ted Cruz, a quien omito del intercambio de ofensas para preservar el duelo Trump-Rubio.

-Trump le dice a Rubio: “Tú no sabes nada de negocios”.

-Rubio: “Si construye el muro de la forma en que construyó las Torres Trump, usará trabajadores inmigrantes ilegales”.

-Trump sobre Rubio: “El miente, 100%”.

-Rubio respecto a Trump: “Si no hubiera heredado 200 millones de dólares, ¿saben dónde estaría ahora? Vendiendo relojes en Manhattan”.

-Trump, sobre Rubio como negociador: “Lo he visto en crisis y es una de las cosas más tristes que he visto”.

Pasadas las calenturas y cuando el senador se ha convertido en un amanuense de los que repiten alabanzas porque el presidente logra éxitos históricos “con una mano atada a la espalda”, hay que dar cada vez más espacio a quien sirve sin protestar. Marco Rubio fue nombrado presidente interino del Comité Selecto de Inteligencia del Senado, luego de que Richard Burr renunciara por una investigación en curso del FBI sobre el uso de información secreta para evitar pérdidas financieras en medio de la pandemia.

El selecto comité, que tiene bajo su jurisdicción la administración de las pequeñas empresas, es una parte imprescindible de la economía del país. Terreno fértil para “una buena cosecha”.

En 2020, había entrado al Senado como una estrella fulgurante del derechista Tea Party; un año después, el diario The Washington Post dio a conocer que el legislador había mentido respecto a la llegada de sus padres a Florida; mientras éste decía que habían huido de Cuba por razones políticas después del triunfo de la Revolución. Pero era una farsa.

Al acceder a la documentación sobre naturalización y ciudadanía, el Post evidenció que éstos habían ingresado a Estados Unidos en 1956, durante la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), dos años y medio antes de que Fidel Castro tomara el poder en enero de 1959. Entonces Rubio trató de explicar lo inexplicable y se enredó en una fábula que empeoró su historia.

Sus antecedentes como lobista de la mafia anticubana de Miami; los vínculos con organizaciones de muy dudosa reputación; su padrinazgo con el uribismo colombiano y con otros personajes ligados al narcotráfico; las denuncias sobre desvíos de fondos públicos son sus cartas de presentación. ¡Cuánta orfandad de principios en el entorno del gobernante!

En febrero de 2019 llegó a Cúcuta, Colombia, para supervisar la entrega de más de 200 toneladas de “asistencia humanitaria” a Venezuela. Todo fue un verdadero fiasco. Ni eran 200 toneladas ni era tal la ayuda humanitaria. De la efeméride quedó, entre otras desgracias, la frase del senador: “Venezuela libre”; y las fotos de Juan Guaidó (“El Predilecto”) con sicarios del narcotráfico.

Rubio es uno de los diez congresistas que más donaciones recibe de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), para que defienda la Enmienda II de la Constitución que protege el derecho del pueblo a poseer y portar armas. Como precandidato presidencial en 2016 recibió 3.303.355 millones de dólares. Estados Unidos es el único país del mundo en el que hay más armas que habitantes.

El oportunismo es tan antiguo como el credo; gira con el viento; se da como la mala hierba; y está dotado de una increíble capacidad de mutación. Marco Rubio es un ejemplo clásico.

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