Son muchos los docentes en todo el mundo que, pese a la pandemia, han mostrado iniciativa y compromiso para continuar dando clases a sus alumnos, sobre todo a niños de bajos recursos o que viven en áreas remotas, quienes no tienen acceso a internet.
En esta ocasión, te contamos la historia de Graciela Bouche, una maestra en Panamá que llega en una canoa todas las semanas puntual con sus alumnos, menores indígenas del grupo emberá, quienes viven en medio de la selva.
Cada día, la maestra Graciela navega el río Chagres acompañada de su laptop, un pizarrón y comida, rumbo a la localidad de Gamboa, en la provincia de Colón, para dar clase a sus estudiantes, quienes llegan a superar la treintena.
Debido a lo remoto de la zona, a sus pequeños alumnos les costaba conectarse a las aulas virtuales, pues el suministro eléctrico no existe en esta zona, además de que la señal de celular es inestable y débil, lo que motivó a Bouche a impartir clases semipresenciales.
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En tiempos normales, los niños indígenas de esta y de otras comunidades cercanas, acuden a una escuela regular llamada Omar Torrijos, donde sus compañeros provienen de zonas urbanas.
El año pasado, Graciela acudía dos veces por semana a la población de Ella Puru, pero las visitas se han reducido a una vez por semana. Durante sus clases, la maestra reúne en un salón hecho de palma, con asientos de plástico, a decenas de alumnos, a quienes separa por grado y les asigna tareas.
Los padres de los niños esperan que, una vez terminada la pandemia, sea posible construir una escuela en la localidad para que sus hijos no viajen tan lejos, aunque Graciela cree que una solución más realista es que se instaure un transporte fijo.
Con información de El Universal. JMCG