El tequila es una bebida emblemática de México. Su importancia cultural es tan grande, que ha trascendido fronteras, colocándola como uno de los tragos más consumidos en todo el mundo.
El 24 de julio de 2006, la UNESCO declara como Patrimonio Mundial el paisaje del agave y las antiguas instalaciones industriales de Tequila, y de ahí se fija la fecha para celebrar el Día Internacional del Tequila.
Aunque existen leyendas prehispánicas sobre el origen del tequila, esta bebida tiene sus orígenes en el siglo XVI (alrededor de 1538) y toma su nombre de la región donde nació, el Pueblo Mágico de Tequila, en Jalisco, donde se asienta un gran número de fábricas productoras del emblemático brebaje nacional.
Lo cierto es que el tequila tuvo un origen bastante austero, incluso clandestino, ya que al inicio de la Colonia se publica una consigna que favorece la importación de vinos españoles y prohibía la fabricación de productos americanos.
A pesar de ello, la producción de tequila creció a mediados del siglo XVII y ante la necesidad del Gobierno de hacerse de recursos, autorizó su producción.
El proceso para hacer tequila es largo y detallado; por ello es considerado casi un arte, especialmente si se elabora de acuerdo a las técnicas tradicionales y artesanales.
De las más de 300 especies de agave que existen, sólo el de la variedad agave tequilana Weber, mejor conocido como “agave azul’’, sirve para la producción del tequila.
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LV