En un despliegue significativo de defensa antiaérea, Rusia ha abatido más de 40 drones ucranianos sobre la región de Voronezh en las últimas 24 horas, según informó el gobernador Alexandr Gúsev.
Este incidente no resultó en víctimas ni daños significativos.
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Adicionalmente, el Ministerio de Defensa ruso reportó ataques en otras regiones, incluidas Bélgorod, Briansk, Kursk, Leningrado y Riazán, todas enfrentando la creciente tensión en la frontera con Ucrania.
Desde Ucrania, el Servicio de Seguridad (SBU) ha asumido la responsabilidad de ataques dirigidos contra refinerías de petróleo en Riazán, Nizhni Nóvgorod y Leningrado, como parte de una estrategia para mermar el potencial económico ruso.
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Según fuentes del SBU, el objetivo es cortar los recursos y el flujo de financiamiento que Rusia destina al conflicto bélico.
Informes adicionales del SBU a medios ucranianos indican que drones también han atacado bases aéreas militares rusas en Voronezh.
El uso de drones de largo alcance por parte de Kiev representa una escalada en su estrategia para alcanzar objetivos militares y estratégicos rusos, lo que subraya la intensificación de la guerra de desgaste contra Moscú.
En respuesta a estos ataques, el presidente ruso Vladímir Putin ha denunciado intentos de interferir en las próximas elecciones presidenciales rusas, en las cuales busca la reelección.
Putin sugiere que estos ataques no solo buscan perturbar el proceso electoral sino también generar un impacto mediático y obtener ventaja en posibles negociaciones futuras.
Estas declaraciones resaltan la complejidad de la guerra en Ucrania y sus repercusiones en la política interna rusa, en un momento crucial para el liderazgo de Putin.
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