
Corea del Sur enfrenta una crisis sin precedentes debido a los incendios forestales que desde hace casi una semana arrasan el sureste del país.
Las llamas han cobrado la vida de al menos 27 personas y han dejado 32 heridos, convirtiéndose en los peores siniestros registrados en la historia surcoreana.
Las provincias más afectadas son Gyeongsang del Norte y Gyeongsang del Sur, donde más de 36 mil hectáreas de bosque han sido consumidas por el fuego.
La rápida propagación de las llamas, impulsada por fuertes vientos y condiciones de sequedad, ha obligado a evacuar a más de 37 mil residentes; muchos de ellos aún permanecen en refugios temporales.

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Además de la pérdida de vidas humanas y daños materiales, los incendios representan una amenaza significativa para el patrimonio cultural del país.
Lugares históricos, como la aldea folclórica Hahoe, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, están en riesgo. Asimismo, templos milenarios como Gounsa, construido en el año 681, han sido destruidos por las llamas.
Las autoridades han declarado el estado de catástrofe nacional y han desplegado miles de bomberos y efectivos del Ejército para combatir los incendios.
A pesar de los esfuerzos, las condiciones climáticas adversas dificultan las labores de extinción.
Este desastre pone de manifiesto la vulnerabilidad del país ante fenómenos naturales exacerbados por el cambio climático, resaltando la necesidad de implementar medidas preventivas y de respuesta más efectivas para proteger tanto a la población como al invaluable patrimonio cultural de Corea del Sur.
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