Lilia Arellano
Estado de los ESTADOS
“El gobernante de un pueblo no hallará medio más fácil para conquistar su simpatía que una vida austera y morigerada”.
Cicerón
Quienes se asumen espantados por los cambios surgidos desde el Congreso de la Unión a la espera de verse incrementados con la llegada formal a la titularidad del Ejecutivo federal de AMLO, borran de un plumazo lo también considerado como la gran oportunidad de sacudirnos las grandes y muy graves lacras surgidas y alimentadas no solamente durante el sexenio por concluir de Enrique Peña Nieto, sino por los anteriores mandatos tanto priístas como panistas: corrupción, impunidad, violaciones a los derechos humanos, inseguridad, cero crecimiento, desigualdad y paralización económica.
Se han centrado en los últimos días en emitir críticas de todo tipo a la consulta popular sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Los hay quienes afirman que la decisión está tomada. Igual hicieron cuando lanzaron apuestas sobre los nombres de militares llamados para encabezar las secretarías de Marina y la Defensa Nacional. En el primer caso, han sido cuidadosos sobremanera para no hablar ni mencionar los grandes negocios inmobiliarios en el entorno, ya presentados desde ahora, con la oferta de hectáreas cuya referencia es su cercanía con la terminal aérea en cuestión. Sobre los segundos, ningún nombre de los antes mencionados corresponde a los hoy designados titulares de las Fuerzas Armadas; el enmudecimiento habla más que mil palabras.
Desde el domingo se informó de una supuesta reunión del presidente electo con el actual titular de SEDENA, el General Salvador Cienfuegos. No evitaron los poseedores de una bola de cristal hablar, inclusive, de la lista de recomendados por el mílite, sin embargo las citas han sido formales y la información sobre los nombres de los sucesores, tanto en la Defensa como en la Marina, fueron dados a conocer desde temprano a través de las redes sociales por el propio López Obrador. Todo en términos de la mayor cordialidad, pero haciendo valer el nombramiento otorgado por los propios uniformados al Ejecutivo federal: Jefe de la Fuerzas Armadas del país.
Agradeció AMLO, como corresponde, la lealtad a la patria y la colaboración demostrada por quien, en breve, será sustituido por el General Luis Cresencio Sandoval González, bajacaliforniano de 68 años y con amplio currículo, en el cual no faltan reconocimientos nacionales e internacionales. La designación tuvo lugar pasado el mediodía de ayer. Antes, AMLO informó su decisión de nombrar al Almirante José Rafael Ojeda Durán, al frente de la Secretaría de Marina. Veracruzano, de 64 años, cuenta en su haber con la jefatura de Estado Mayor en la Sexta y Décima Zonas Navales y es considerado por el presidente electo como el oficial de mayor antigüedad y prestigio en la Armada de México. A través de su cuenta y de manera totalmente transparente, el tabasqueño informó de su llamada telefónica al mexiquense instalado todavía en Los Pinos, para informarle esta disposición.
Lo anterior es tan sólo una muestra de la transparencia a ejercer en todos los renglones de la vida pública. La determinación que puede dejar atrás saqueos y escándalos de corrupción como la “Casa Blanca”, la Estafa Maestra, OHL, Odebrecht, sucesos llegados al extremo del luto como el del Paso Express de Cuernavaca, la eliminación de personajes como Juan Armando Hinojosa Cantú, o más Emilios Lozoya, o funcionarios de la talla de Gerardo Ruiz Esparza o legisladores de conductas impropias como la del senador chiapaneco descendiente de los Castañón y por lo tanto emparentados con la descendencia de Díaz Ordaz. La lista es larga, larguísima y en ella sobran los nexos familiares, las complicidades del pasado reciente y de décadas anteriores.
El reto a enfrentar no es sencillo. Incluye no solamente lo concerniente al pago de una deuda pública cuya cifra ya alcanza dos dígitos en billones, sino enfrentar desempleo, desaparición de políticas públicas, inseguridad, llegar a la verdad en renglones superados aparentemente pero no olvidados, como el caso del crimen de Colosio o los motivos verdaderos con todo y el número y nombres completos de masacres como la de 1968, o la de Ayotzinapa, o tantas otras cuyas infamias se encuentran en el número de cadáveres registrados, o en el de los desaparecidos, o en el de los enterrados en fosas comunes y otras tantas clandestinas, o en los deambulando en cajas refrigeradoras. Evitar las simulaciones vistas en el renglón Derechos Humanos es otro de los más sensibles renglones.
¿Será que habremos de conformarnos con lo dicho por EPN?: “No hemos alcanzado el objetivo de dar a los mexicanos paz y tranquilidad en cualquier parte de la geografía nacional”. Con ello se van a sus casas, tan tranquilos, todos aquellos irresponsables, la numerosa gama de funcionarios quienes no sólo faltaron a su encomienda sino provocaron un mayor accionar de la mafia y contribuyeron enormemente a la corrupción y a la impunidad, al cáncer enquistado cuya metástasis ha llegado a los impartidores de justicia de todos los niveles.
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