CIUDAD DE MEXICO, 12 de diciembre (SinEmbargo / EFE).- Más de diez millones de feligreses abarrotaron hoy la capital mexicana para asistir a la Basílica de la Guadalupe y agradecer un año más los milagros de la Virgen, coincidiendo con el histórico cambio de Gobierno en el país, liderado por Andrés Manuel López Obrador desde hace dos semanas.
El Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar, que ofició la tradicional misa de mediodía para honrar a la patrona de México, defendió la necesidad de que “la familia llegue a los distintos ámbitos de la cultura y de la sociedad” en una época de “cambio y fractura”, en velada referencia a la llegada al poder de la izquierda mexicana por primera vez en 70 años.
El religioso también destacó la “sed de fe” de las nuevas generaciones y el apremio de estos de “descubrir el camino para satisfacer esa necesidad que nace en todos nosotros”.
Las autoridades cifraron en más de 10 millones los feligreses que asistieron a este templo, superando con creces los 7 millones registrados el año pasado.
Como cada año, en este importante punto de peregrinación no solo se celebraron misas, sino también danzas indígenas, conciertos de mariachis y el conocido canto de “Las Mañanitas” dedicado a la Virgen con el que se abre esta célebre festividad del 12 de diciembre.
Los festejos continuaron durante toda la madrugada y muchos de los asistentes, prisioneros del cansancio, decidieron montar sus tiendas de campaña en la explanada de la basílica, ubicada a los pies del cerro del Tepeyac, donde se supone que hace 487 años la Guadalupana se le apareció al indígena Juan Diego.
Y eso hicieron Braulio y sus compañeros, quienes no llegaron a “Las Mañanitas” porque el camino fue más largo de lo que pensaban. “Aún así esto nunca se acaba, la gente siempre está feliz y contenta de venir a visitar a nuestra madre. Siempre hay festividad, gente bailando y gente que sigue viniendo todavía”, contó el joven a EFE.
Durante los dos días anteriores, la explanada de la basílica se llenó de grupos artísticos de distintas disciplinas y se creó en esta plaza un ambiente festivo en el que se mezclaba la tradición indígena con música de mariachi y con toneladas de fervor católico.
Juan Arturo viene cada año desde el sureño estado de Oaxaca junto con su grupo de “maramotas”, un tipo de baile indígena que honra la llegada de la Virgen.
“Es parte de nuestras raíces y es importante que se conserve”, explicó Juan Arturo.
Otros muchos de los visitantes llegan desde sus hogares tras horas de camino en autobús, bicicleta o caminando, entran a la basílica, visitan la imagen de la Guadalupe para agradecerle que los proteja y regresan a sus casas.
Un hombre porta una imagen de la virgen en sus brazos y, ya dirigiéndose a la salida, explica que este es un día muy importante para él y para su familia porque tiene mucho que agradecer a la Guadalupana.
“Mi hija no podía ser madre porque le quitaron un quiste y gracias a la Virgen pudo tener un hijo”, contó este hombre procedente del céntrico estado de Hidalgo.
María Leticia, del céntrico Estado de México, también lleva una imagen que le regalaron y que ha sido bendecida ya que, consideró, “todos necesitamos las bendiciones de nuestra Santa Madre”.
El paso de las horas en barrio de La Villa, donde se encuentra la basílica, avanza al ritmo de los tambores, de los cascabeles y de las trompetas que reinan en la plaza, donde también se acumulan cada año toneladas de basura.
Esto, junto al fuerte olor a comida, las personas que yacen en el suelo descansando del camino y las congregaciones de devotos que visten todos del mismo color, la zona se transforma en un pintoresco cuadro en el que destacan los colores intensos característicos de México.
Tras más de cuatro siglos de las apariciones de la Virgen en lo que hoy es Ciudad de México, el número de visitantes no deja de crecer. Un año más, todos se despidieron de la Virgen y rezaron para poder volver en el 2019 y “hasta que la virgencita lo permita”.
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