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Ser o no ser

Pedro Díaz Arcia

Hay fechas que graban, tal y como una calimba deja su marca en la piel del tiempo.

El pasado 2 de octubre leí en nuestros diarios POR ESTO!, acerca de las vivencias de nuestro Director General, Mario Menéndez Rodríguez, que no me son ajenas, durante los trágicos sucesos que lo llevaron a la cárcel y al “destierro” en Cuba, que no es más que su otra Patria y donde tiene un pueblo hermano.

La reproducción íntegra del Segundo Suplemento de la heroica revista POR QUE?, que dio a conocer sólo unas horas después la realidad del genocidio de aquel trágico día de 1968, hace 51 años, cuando todos callaron me hicieron recordar, como si fuera ayer, la masacre contra los asaltantes al cuartel Moncada en Cuba, en julio de 1953, y la incorporación al movimiento revolucionario.

Cuando el texto recoge que “Frente a la muerte, no hay excusa ni pretexto. Se es o no se es periodista. No hay términos medios”. Y que esa fue la enseñanza de Don Mario Menéndez Romero. No se trata de una interpretación filosófica del lirismo de Shakespeare. El significado sobre el ser o no ser, cuando se trata de morir o de vivir a cualquier precio, es un parteaguas definitorio. Se muere una vez, pero se vive cada día.

Los sucesos de Tlatelolco estremecieron el espíritu revolucionario y la solidaridad del pueblo cubano. Pienso que en los anales de la Revolución cubana, octubre cobra un particular relieve, un lugar obligado en el repaso de nuestra historia. El 2 de octubre de 1968, forma parte de ella.

El grito de independencia lanzado el 10 de octubre de 1868 por el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, cuando dio la libertad a sus esclavos para iniciar el camino de la revolución anticolonial, aún vibra en quienes luchan por un país sin tutorías foráneas ni remiendos eufemísticos que las oculten.

Cuando despojado de su cargo por incompatibilidades internas entre los líderes de la epopeya; casi ciego y sin escoltas, salió revólver en mano a responder al dilema del “ser o no ser” ante la llegada de un contingente militar que iba a su captura, prefirió morir antes que vivir al margen de su verdad y de sus principios.

El 20 de octubre, al caer la ciudad oriental de Bayamo en manos de los insurrectos, “Perucho” Figueredo, a horcajadas sobre su caballo, leyó la letra del himno que había compuesto tiempo atrás en aquella “noche tan cargada de silencio”. En una estrofa dice: “…no temáis una muerte gloriosa, que morir por la Patria es vivir”.

El 28 de octubre de 1959 desapareció una de las figuras más emblemáticas de la Revolución Cubana, el comandante Camilo Cienfuegos, mientras regresaba a La Habana en una avioneta luego de cumplir la misión encomendada por Fidel de desmantelar en el interior del país, como lo hizo, un intento de levantamiento militar contrarrevolucionario, amamantado por la ambición de un traidor. Fueron inútiles los esfuerzos por encontrarlo.

En la tercera decena de octubre de 1962, Cuba estuvo en la mira de las ojivas atómicas de Estados Unidos en la llamada Crisis de los Misiles; pero ni el bloqueo naval ni las amenazas de oleadas de bombardeos intimidaron al Gobierno Revolucionario que mantuvo sus principios, sin ceder ante el chantaje norteamericano ni a presiones, en los umbrales de una Guerra Nuclear.

El 2 de octubre de 1965 se constituyó el Primer Comité Central del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba. Al día siguiente, el periódico Granma, en su primera edición, dio a conocer la noticia, y los nombres de sus cien integrantes; el día 10, en conmemoración de la efeméride, la Revista Granma publicó el discurso de Fidel y las fotos de los integrantes del Comité Central.

Esa noche del 3 de octubre, reunidos en el teatro Carlos Marx, en la capital del país, el líder de la Revolución se dirigió a miles de líderes y militantes del partido de las provincias occidentales, para dar a conocer los resultados del trascendental evento. Uno de los dos primeros acuerdos aprobados por el Comité Central fue el de adoptar el nombre de Partido Comunista de Cuba (PCC), en sustitución del hasta entonces Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC); el otro fue fusionar los periódicos Revolución y Hoy, para crear Granma, nombre del yate en el que viajaron los expedicionarios desde Tuxpan, México, hasta las costas de Cuba, donde desembarcaron el 2 de diciembre de 1956 para iniciar la lucha en la Sierra Maestra.

En un momento de inenarrable dramatismo, Fidel leyó la carta de despedida del Che, escrita el 31 de marzo. El 9 de octubre de 1967, herido y amarrado sería asesinado a mansalva, por mandato de la CIA. Ante el desafío de la muerte se elevó como un cóndor sobre los límites de la grandeza; sin pedir clemencia, fiel a su objetivo de crear un ejército para liberar a países latinoamericanos de las garras del imperialismo y el capitalismo.

En un fragmento de su carta de despedida expresa: “En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura”. En otro párrafo afirma que “en una revolución verdadera”, se “triunfa o se muere”. Es decir, el ser o no ser.

Es que no debe meterse a torero quien le teme al toro.

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