El dolor por la fibromialgia mantenía a Marilú en la cama, y tuvo que dejar el trabajo. En su desesperación, comenzó a importar aceite de cannabis sin guía médica de por medio. Era caro: 8 mil pesos un frasco de 20 mililitros que le duraba medio mes. Después aprendió a producirlo desde el cultivo de semilla. Pero, aunque es legal el uso medicinal de la cannabis desde junio de 2017, la Cofepris sigue sin emitir el reglamento, por lo que tramitó un amparo para dejar de sentirse “como delincuente”.
Ciudad de México, 25 de diciembre (SinEmbargo).– Marilú padece parálisis cerebral infantil desde que nació y también fibromialgia desde hace tres años, lo cual causa un dolor “quemante” en el cuerpo, problemas de memoria, migrañas , depresión, ansiedad e insomnio . Al tratarse con aceite de extracto de cannabis , las crisis se presentaron menos y pudo volver a trabajar. Sin embargo, la Comisión Federal para la Protección contra Riegos Sanitarios (Cofepris) no ha publicado el reglamento pendiente desde 2017, lo que la orilló a tramitar un amparo y cultivar su propio tratamiento por lo que es blanco de prejuicios .
“Como paciente les digo que lo que yo he visto en mi salud son mejoras”, mandó como mensaje a los sectores opositores. “Me gustaría que la Cofepris sacara el reglamento con reglas claras para poder obtener un producto de manera legal y segura, el cual obligue a contar con los estudios clínicos para que se mejoren nuestros síntomas y para que como pacientes no estemos arriesgándonos a consumir un producto para favorecer un mercado ilícito, y también que el sistema de salud público nos provea de los extractos de cannabis. Lo único que hacemos es cuidar nuestro proceso de salud”.
SinEmbargo publicó que en este hueco legal ha echado raíz un mercado negro donde los productos pueden contener metales pesados o pesticidas y los precios son elevados al ser importados, advirtió el Grupo Promotor de la Industria del Cannabis (GPIC).
Antes de descubrir el uso medicinal de la mariguana, la paciente de 36 años no podía conciliar el sueño. Dormía solo 10 horas a la semana y las crisis de dolor la invadía muy seguido. Los medicamentos que tomaba le provocaban como efectos secundarios mareos, vértigo y vómito. Se volvió una persona muy dependiente al no poder ni pararse de la cama, por lo que tuvo que renunciar.
“En la desesperación opté por buscar cannabis medicinal; me arriesgué a ver si me funcionaba o no”, dijo.
En internet descubrió cómo adquirir en otro país un frasco de 20 mililitros de aceite de extracto de la planta. Pero, sin guía de un médico que le recetara, se advertía que la dosis recomendada era responsabilidad del consumidor.
“Te manejas al azar”, evocó. Además, el costo “era excesivo”, y en ese momento ya no trabajaba. Llegó a pagar 8 mil pesos por un frasco de 20 mililitros que le duraba medio mes. “Haces el gasto porque es lo que me ayudó a mejorar”, explicó.
Al comenzar a tomarlo, recuperó parte de su vida. Aumentaron sus horas de sueño, las crisis no se le presentaban con tanta frecuencia, y con el paso del tiempo tuvo la oportunidad de dejar de tomar otros medicamentos. Ahora labora en una fundación que se dedica a la inclusión y desarrollo de personas con discapacidad.
“Opté solo por tomar cannabis medicinal porque era la opción que me permitiría llevar una vida más regular”, afirmó Marilú. “Aunque tomo la cannabis no se me quita la fibromialgia; esa la tengo de por vida y por el ciclo de la enfermedad habrá momentos en que me sigan dando crisis, aunque sí noté una disminución”.
Después tomó cursos e investigó para producir su propio aceite desde conseguir la semilla, cultivarla y cosecharla, lo cual le toma alrededor de ocho meses.
“El costo es menor, pero no es lo más viable. No hay una garantía de que sea el proceso más adecuado”, matizó.
“No eres experto y es al azar, porque aunque yo la siembre con todo el amor y todo el cuidado, para empezar tiene que ser a fuerzas una planta hembra. Si es macho, no sirve para realizar el aceite y es empezar desde cero al adquirir la semilla y obtener el aceite”, expuso la paciente.
“ME SENTÍA DELINCUENTE”
El 19 de junio de 2017 se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley General de Salud y el Código Penal Federal para permitir el uso médico y científico de la mariguana. El artículo cuarto transitorio dio 180 días a la Cofepris para normalizar los reglamentos, lo cual sigue pendiente.
“Me di cuenta que era importante realizar un amparo, porque aunque era algo que yo estaba haciendo por mi salud, me sentía como delincuente. Pensé que estaba haciendo algo malo cuando lo único que hacía era conseguir un remedio para mejorar”, compartió Marilú.
Primero pidió el permiso a la Cofepris, pero al negárselo tramitó el amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual obtuvo este año hace unos meses.
“Me siento más tranquila. Aunque lo que estamos haciendo es algo legal porque hay una Ley General de Salud publicada que autoriza el derecho a la cannabis medicinal. Pero de todas maneras el amparo me da un respiro porque aún no está el reglamento”, afirmó.
Aunque la condena social sigue.
“Ahora estoy lidiando con los mitos y los tabúes a una planta que para mí me ha cambiado la vida y me ha mejorado muchísimo”, aseguró la paciente, quien ha experimentado que al tomar su medicina, familiares o amigos le preguntan por qué consume “algo prohibido”. Ella les comenta que no está cometiendo ningún delito, sino que está dentro de su derecho de preservar y cuidar su salud.
El Doctor Luis David Suárez Rodríguez, presidente de la Asociación Mexicana de Medicina Cannabinoide, expuso que la manera de ir quitando los prejuicios de la sociedad es con información y educación.
Pero para ello se requiere investigación científica sobre el uso medicinal de la cannabis, la cual está parada por la falta de reglamento de la Cofepris.
“Estamos en un círculo vicioso”, lamentó Suárez. “Una meta de hacer investigación con medicamentos cannábicos es establecer cuáles son las características farmacodinámicas en la población mexicana. Tenemos muchas variaciones genéticas en nuestro metabolismo y no conocemos las variaciones con el cannabis”.
En julio, derivado del amparo de un paciente de 15 años que requería THC para tratar el Síndrome de West, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó a la Cofepris a emitir el reglamento por el retraso. Pero el titular José Novelo Baeza aseguró en su comparecencia ante el Senado de la República que “detrás de la cannabis no hay realmente propósitos terapéuticos, hay un gran interés económico” y privilegiarán el riesgo al sistema nervioso sobre el valor terapéutico.
“Por falta de voluntad política, México se sigue quedando rezagado pese a tener la posición geográfica y experiencia para ser potencia mundial en este tema, y son otros países de América Latina los que van tomando la batuta”, concluyó el presidente de la Asociación Mexicana de Medicina Cannabinoide.
Por Dulce Olvera