CIUDAD DE MEXICO, 12 de marzo (EL UNIVERSAL).- ¿Tiene glibenclamida?, se le pregunta a una mujer que vende medicamentos en Tepito. “¡Uy, no!, tengo bezafibrato, también es para diabéticos. El ácido que es para los infartos igual lo tengo de a 10 pesos la caja, con 30 tabletas”, responde.
El puesto de no más de dos metros se ubica cerca del Metro Tepito, en la calle Granaditas en el centro de la Ciudad de México, la cual está ocupada por más locales con cajas llenas de medicamentos que se venden sin receta, que en un año representan 9% —16 mil 650 millones de pesos— de los 185 mil millones de pesos en los que está valuado el mercado de medicinas y fármacos en México, de acuerdo con datos de la Unión Nacional de Empresarios de Farmacias (Unefarm).
A su vez, cifras de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (Canifarma) indican que alrededor de 8 millones de personas consumen estos fármacos, los cuales son robados y en ocasiones están caducos, por lo que significan un riesgo para su salud. La mayor incidencia de esta situación está en Jalisco, Michoacán, Puebla, Nuevo León y la Ciudad de México.
Esta cámara estima que el valor total del mercado negro de fármacos en México puede ir de 650 a mil 500 millones de dólares al año, es decir, entre 13 mil millones y 30 mil millones de pesos anuales.
Lizette Clavel Sánchez, diputada del Congreso de la Ciudad de México por el Partido del Trabajo (PT) y organizadora de los foros “Diagnostiquemos la salud, propongamos una cura”, advierte que al recorrer el país se detectó que la venta ilegal de medicinas merma la economía y la salud de los mexicanos, por lo que entregaron un par de propuestas al Presidente para erradicar este problema.
“Un elemento innegable de corrupción que debe combatirse frontalmente es el mercado negro de medicamentos [en el país]”, aseguró.
Al dar las gracias sin comprar nada, la comerciante de Tepito comenta: “Váyase derecho, en la esquina se mete a la izquierda y en un puesto grande, con lona blanca, ahí vende mi cuñado, seguro él tiene esa que busca”.
El puesto del hombre no está, pero sí otro que es atendido por dos mujeres. “Estoy buscando la pastillita azul”, susurra un señor que va acompañado por dos jóvenes. Sin dejar de cargar a su bebé, una de las chicas que atienden el puesto estira una mano y alcanza una caja que dice sildenafilo y se la entrega: “Le sale en 120 [pesos], pero trae 10 tabletas. Se toma una pastilla una hora antes de tener relaciones y ya está”.
En farmacias comerciales, una caja con 12 pastillas de Viagra cuesta entre mil 61 y mil 442 pesos.
Cuando se le pregunta a la comerciante por la glibenclamida, fármaco recetado a pacientes con diabetes y que se encuentra entre los más robados, su compañera menciona: “Aquí no tenemos, pero se la consigo, le sale en 15 pesos el botecito, con 30 pastillas”.
A su regreso, ofrece la medicina solicitada y una caja de Bezafibrato por el mismo precio: “Llévese las dos, están baratas. Revise la caducidad, están buenas”. Ambas expiran en enero de 2021.
Venta sin límites
A pesar de que el frasco de glibenclamida y la caja de Bezafibrato tienen impreso el mensaje “propiedad del sector salud, prohibida su venta” y “para uso exclusivo del sector salud”, además de los números 1042 y 010000065500, que son las claves con las que se identifican en el cuadro básico del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de la Secretaría de Salud (Ssa), las jóvenes los venden con completa naturalidad.
Como resultado de los foros realizados en octubre de 2018, se propuso al Presidente que las compras consolidadas de medicamentos sean obligatorias, que se cuente con un empaque exclusivo para el sector salud y que se use un código bidimensional para mantener vigilados los fármacos a fin de combatir el mercado negro.
“Se debe fortalecer la decisión del Presidente de generar una compra única nacional consolidada para garantizar la procedencia y calidad de los fármacos y otros insumos.
“En la administración pasada se observó que al no haber sido obligatoria la compra consolidada para todas las entidades federativas, algunos hicieron adquisiciones sin cerciorarse de los requisitos regulatorios mínimos, por lo que se vendieron productos sin documentación”, explica Clavel Sánchez.
La organizadora de los foros comenta que esta situación alentó el tráfico ilegal y el mercado negro de los medicamentos, por lo que se recomienda al gobierno federal “obligar al sector salud a alinear sus requerimientos a la compra consolidada, coordinada a través la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, con el objeto de tener una instancia única de control en las adquisiciones y abasto que permita mitigar los riesgos en operaciones de compra”.
La segunda propuesta para erradicar esta práctica es que se retome el requerimiento a los laboratorios fabricantes de medicamentos e insumos para la salud, la cual solicita un empaque exclusivo para el sector salud: “Así como se definía en el instructivo para la estandarización de los medicamentos del sector salud, en el que se establecían elementos, como colores asociados con los grupos terapéuticos a los que pertenecen los fármacos, logotipos de identificación del sector y leyendas de advertencia”.
Por último, se aconseja usar las nuevas tecnologías para identificar los productos, desde su manufactura hasta su entrega al usuario final, a través de un código bidimensional o código QR.
“Con estas medidas se apoyará la utilización dentro del ámbito de la salud pública, del uso exclusivo de medicamentos que cumplan con las normas de calidad, buenas prácticas de fabricación, suministros por proveedores que cuenten con la infraestructura adecuada, así como con los recursos que exigen los más altos estándares regulatorios, para que se asegure la procedencia de los fármacos licitados y se garantice que lleguen en tiempo y forma”, enfatiza.
Lo más robado
“Estoy buscando Kaletra, es para el VIH”, se le pregunta a una señora que está en un puesto formado por dos mesas grandes, repletas de medicinas. “Gordo, que si tienes para VIH”, le grita a su esposo, quien pone en orden el puesto.
“Ahorita nada para VIH, esas sí son más por encargo, pero sí las consigo”, responde el hombre.
Al local se acerca una joven y pregunta por Dolo-Neurobión, en tableta. “Sí, lo tengo a 120 [pesos], también tenemos las ampolletas para inyección”, afirman.
La chica revisa la caja y paga con un billete de 200 pesos. “Ya llévese las dos por ese precio”, le ofrecen.
Juvenal Becerra, presidente de la Unión Nacional de Empresas de Farmacias (Unefarm), menciona que los productos más robados son para tratar la disfunción eréctil, diabetes, medicina controlada para VIH y cáncer.