CIUDAD DE MEXICO, 5 de marzo (La Política Online).- Ante el desastre financiero que encontró Cuitláhuac García al asumir en Veracruz, y que condiciona su primer año de gestión, aparecen ahora además otros detalles casi pintorescos pero que plasman muy bien las prácticas de la familia Yunes: al parecer el ex gobernador panista tendía diseminados más de 900 informantes en todo el estado cuyo trabajo formal era ser meseros.
Aprovechaban el trajín entre mesa y mesa para recabar la información necesaria que era recabada por el ejecutivo Estatal. Una especie de red de inteligencia que igual de poco sirvió en julio del año pasado.
Estos informantes estaban diseminados principalmente en restaurantes y cafés de Veracruz, Xalapa y Boca del Río. Pero también había meseros-espías en Minatitlán, Orizaba, Coatzacoalcos y Poza Rica. Las mensualidades oscilaban entre los 2,000 y los 2,500 pesos mensuales. Por lo general había un encargado por restaurante que repartía el dinero y elaboraba un resumen de las conversaciones escuchadas.
La obsesión de Yunes por la información gastronómica no tenía límites y entre los monitoreados estaban su familia y los integrantes de su gabinete, que conocían esta práctica y la utilizaban con pragmatismo para hacerle llegar mensajes al mandatario local.
En el entorno de Ricardo Anaya se conocía el dato y cada vez que iba a la entidad por acciones de su campaña presidencial, le recomendaban hacer reuniones en domicilios particulares y sin servicio. Alguna vez incluso existió un conflicto con Jorge Castañeda que en una de esas incursiones no se pudo resistir a los platillos locales y terminó discutiendo con los encargados de la seguridad del queretano.
El staff de Cuitláhuac conoció esta situación porque en diversas ocasiones se aparecieron meseros en actividades del gobernador o en instalaciones del gobierno pidiendo, en algunos casos con desesperación, retomar la ansiada mensualidad.
La práctica no es para nada extraña en la real-politik mexicana, de hecho, se conoce de ex jefes de la SEGOB y de Seguridad que tenían pelotones de meseros, valets y recepcionistas desplegados como informantes en Polanco, Reforma y Las Lomas, por mencionar los ámbitos clave del circuito político de la CDMX.