México

CIUDAD DE MEXICO, 30 de mayo (La Política Online).- El atentado contra la senadora Citlalli Hernández con un libro-bomba expuso el tema de la seguridad de la Cámara Alta, lugar donde hasta ayer cualquiera tiene menos dificultades en el ingreso que en San Lázaro. De inmediato, Ricardo Monreal anunció que solicitará que refuercen el protocolo de seguridad en el recinto parlamentario. “Voy a plantearle a la Junta de Coordinación Política del Senado extremar las medidas de seguridad. Ya lo habían comentado algunos coordinadores, pero la mayoría no habíamos aceptado extremar las precauciones del ingreso”, dijo el líder de la bancada de Morena en conferencia de prensa. “Incluso, vamos a tener que tomar medidas más restrictivas -continuó Monreal Ávila-. No sólo del envío de paquetería sino la revisión de vigilancia, seguridad y también de la revisión de la paquetería previa. Porque es una llamada de atención que no podemos desoír”. El artefacto de fabricación casera llegó a la oficina de la morenista como un obsequio. Pasó los filtros de seguridad con los que disponen los miembros de resguardo, pero a horas de que la policía comenzó la investigación se descubrió un hecho insólito para la sede de una de las cámaras del Poder Legislativo de México: no funcionan poco más de la mitad de las cámaras, de un total que superarían las 150. Por ello, el recinto sobre avenida Paseo de la Reforma (léase subsuelos del estacionamiento, pisos de las oficinas de los senadores, el Patio del Federalismo) no está conectado al sistema de videovigilancia C5 de la CDMX. Así lo reveló un informante a LPO, quien además habló sobre copias de contratos que firmó el entonces coordinador del PRI durante su presidencia en la Jucopo en esta materia, los cuales están siendo desempolvados. “Emilio Gamboa pagó una cantidad millonaria para que se colocara un sistema biométrico en los accesos al Senado. Nunca se instaló. Esto ocurrió cuando el regreso del PRI a Los Pinos pasó su mejor momento y los reclamos por los gastos durante la construcción del nuevo Senado habían bajado de intensidad”, explicó el sindicalizado a esta redacción, quien insistió en que la inseguridad en el recinto es otra deuda priista, “ahora a los propios legisladores”. La incertidumbre como el miedo es enorme.