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CIUDAD DE MÉXICO, 27 de julio (El Sur).- Emiliano Navarrete es padre de José Ángel Navarrete, uno de los 43 estudiantes de la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre de 2014 en Iguala. La mañana del miércoles pasado sintió que la sangre se le concentraba en la cabeza, que le hervía todo por dentro.

Después de casi cinco años de insistir en que el Ejército tuvo algo que ver en la desaparición de su hijo y de sus compañeros, el miércoles de esta semana, por fin pudo ingresar al cuartel del Batallón Militar número 27 en Iguala, junto con integrantes de la Comisión para el Acceso a la Verdad y la Justicia por el Caso Ayotzinapa.

Fue uno de los cinco padres y madres que tuvieron acceso.

“En todos lados nos metimos pero no hubo nada”

“Sentí rabia –relató Emiliano–. ¿Cómo se va a sentir uno al entrar a un lugar así? Cuando nos presentan a los mandos, a los encargados de todo, pues uno siente que la rabia, la indignación se le sube a la cara. Como si la sangre se calentara toda. Porque ellos fueron, o ellos vieron, o ellos saben qué pasó con nuestros hijos”.

Aunque se reservó los detalles –“nuestros abogados nos han recomendado no hablar todavía mucho del tema, pronto daremos a conocer una versión oficial”–, aceptó contar su experiencia personal dentro de las instalaciones castrenses.

“No encontramos nada de relevancia, pues. Y tampoco es que esperáramos hallar algo después de casi cinco años de que ocurrió todo.

“Fuimos a los dormitorios, a las oficinas, a los campos. En todos lados nos metimos pero no hubo nada”.

No por eso, enfatiza Emiliano, es un hecho menor el haber logrado que el Ejército abriera las puertas del cuartel. Por el contrario, es insólito: “Nunca se había logrado esto, pues. Es muy importante, para nosotros significa mucho que esto se haya logrado. Es una muestra de que habrá voluntad por parte del Ejército a colaborar con la investigación. Eso quisiéramos pensar”.

El subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, informó en su blog personal que la visita al 27 Batallón obedece a los acuerdos logrados el 27 de junio con las fuerzas armadas.

“Los padres fueron recibidos por funcionarios de la Secretaría de Defensa Nacional, quienes les facilitaron el acceso a las instalaciones ubicadas en el interior del Campo Militar”, señaló. “El recorrido se realizó a petición de los padres de los normalistas e integrantes de la Comisión, como parte de las acciones emprendidas para el esclarecimiento de los hechos”.

“Vamos muy lento”

Más allá de los avances en el caso, los familiares de los 43 insisten en que a casi ocho meses de la nueva administración aún no existen avances sustanciales pese a la buena voluntad que ha expresado el Gobierno federal.

“Es cierto que ya tenemos una Comisión dedicada al caso y que el Fiscal especial ya está en actividades”, reconoció ayer Melitón Ortega, uno de los voceros de las madres y padres de los normalistas, durante el mitin realizado sobre avenida Juárez, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, realizado como parte de la Acción Global número 58 por Ayotzinapa. Pero “vamos muy lento y todavía no sabemos nada de nuestros hijos, ni de su paradero”.

Han pasado 58 meses desde el 26 de septiembre de 2014. Más de mil 700 días.

Las madres y padres de los 43 llevan la cuenta exacta, viven con ella. Cada mes, cada día 26, regresan a Ciudad de México y marchan sobre el Paseo de la Reforma, desde el Ángel de la Independencia hasta el Antimonumento, ubicado en la esquina con avenida Juárez y donde además del número 43 –forjado en fierro y pintado de rojo que se instaló sobre el camellón que divide una de las avenidas más transitadas de la capital– hay también una pequeña tortuga esculpida en cemento y una milpa con 43 mazorcas: un pequeño altar en medio de rascacielos y el tránsito vehicular constante.

La marcha de los padres de los 43 cada día 26 recuerda a una procesión religiosa: un luto que camina y parte la ciudad por un par de horas. Y aunque menos nutrida que en otras ocasiones debido a la intensa lluvia, la tarde de este viernes no fue la excepción: miembros del Comité Atenco, el sindicato de telefonistas, de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Comité Cereso, el Café Zapata Vive, del Movimiento Nacional de Organizaciones Populares acompañaron a los padres en su breve peregrinaje.

Por último, los padres y madres de Ayotzinapa y las organizaciones que los han acompañado durante estos cinco años, exigieron nuevamente que se siga la línea de investigación derivada de un posible trasiego de droga desde Iguala hasta Chicago, puesto que este podría ser el móvil principal del crimen en contra de sus hijos.

“Las pruebas que existen en las investigaciones revelan que el principal móvil de la agresión a los estudiantes de Ayotzinapa tiene que ver con el trasiego de droga –goma de opio o derivados– que el grupo delincuencial Guerreros Unidos llevaba a cabo de Iguala a Chicago, por ello exigimos avanzar en esta línea de investigación hasta su esclarecimiento”.

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