CIUDAD DE MEXICO, 19 de septiembre (NTX).- El devastador sismo de 1985 fue más allá de sacudir a la Ciudad de México, con desplomes y daños severos en cientos de edificios con fatales consecuencias, remueve también el pensamiento de Javier Heredia Fernández.
El movimiento telúrico cimbró a la capital mexicana a las 07:19 horas y “nos marcó” a muchos, porque con lo que apenas teníamos, “manos y guantes”, ayudamos a rescatar a decenas de personas de entre los escombros, recuerda.
“Eso fue lo que, prácticamente, nos hizo ser más seres humanos y sumar a más personal a la Cruz Roja Mexicana”, comenta a 34 años de haber acontecido el terremoto que alcanzó una magnitud de 8.1 grados.
Parte de esta institución, señala, está conformada por quienes fueron afectados por el sismo y después se convirtieron en rescatados por los socorristas. “Ellos en agradecimiento se hicieron personal de Cruz Roja Mexicana”.
“Eso es lo más me ha marcado, que hemos hecho historia como personal y seguimos fomentando que las personas se integren como voluntarios”, argumenta a Notimex.
Heredia Fernández ha cumplido ya 45 años como voluntario de la institución y se muestra agradecido de tener la oportunidad de ayudar al rescate de víctimas o atender a damnificados, como aquellos de septiembre de 2017.
Esto porque la tierra volvió a temblar cuando se cumplieron 32 años del mayor desastre en la historia de Ciudad de México, pero esta vez sorprendió a las 13:14 horas –después de haber hecho un simulacro para conmemorar el de 1985-.
Ese sismo tuvo una magnitud de 7.1 con epicentro a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, Morelos, de acuerdo con el reporte emitido por el Servicio Sismológico Nacional (SSN).
Minutos después de haber participado en la ceremonia luctuosa, realizada en el Helipuerto del Hospital de la CRM, dice que hoy en día se observa una gran diferencia entre ambos temblores y existe más consciencia entre las personas.
“En 1985 vivimos mucha gente, incrédulos de lo que estaba pasando, y no teníamos conocimiento de la magnitud que teníamos alrededor e incluso se informaba que el Distrito Federal había desparecido”.
Apunta que la situación mostraba la falta de experiencia para afrontar la crisis, pero 32 años después -2017- se miró otro panorama por la tecnología existente y el movimiento ocurrió dos horas después de haber estado en las calles con el simulacro.
“Eso ayudó a actuar más rápidamente. La tecnología nos ayudó a saber dónde estaban los puntos rojos, con personas accidentadas. En 1985 lo hacíamos con las ambulancias y escaleras improvisadas”.
“Esa es la gran diferencia”, insiste Heredia Fernández, quien considera que en México sí estamos preparados para esos escenarios, pero es importante evitar tomar a “juego” los macrosimulacros.
“Lamentablemente eso pasa en estos momentos y debemos de ser más profesionales y seguir las indicaciones de Protección Civil, porque no sabemos qué más va a pasar el día de mañana”.