Uno de los periodos más importantes dentro del calendario litúrgico de la Iglesia Católica es la Cuaresma, periodo que inicia con el miércoles de Ceniza y finaliza el jueves Santo, con lo que inicia la Pascua. Estos días representan un camino de preparación para festejar la Semana Santa y la Pascua, representativo de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Para ello los fieles tienen una conversión y abandono de sus pecados.
En lo que se refiere al Miércoles de Ceniza, el polvo es obtenido a partir de la quema de los ramos empleados en el Domingo de Ramos, celebración en la que se evoca la llegada de Jesús a Jerusalén. Durante la jornada, que este año se conmemorará este miércoles 26 de febrero, se recuerdan unos pasajes bíblicos en los que se da cuenta de cómo la vida en la tierra es efímera y el ser humano ha de morir en cualquier momento.
En el versículo tres del libro del Génesis del Antiguo Testamento, cuando Adán y Eva son expulsados del Edén, Dios le dice al hombre que se ganará el pan de cada día con el sudor de su frente hasta que vuelva a la tierra "porque polvo eres, y al polvo volverás".
Otro de los pasajes importantes en esta jornada son las palabras que los creyentes dicen en la imposición de las cenizas en su frente, frase que está escrita en el libro de Marcos, del Nuevo Testamento: "Se ha cumplido el tiempo - decía -. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!" (Mr 1, 15); aunque con algunas traducciones sostienen "Arrepiéntete y cree en el evangelio".
De acuerdo con diversos portales católicos, en la antigüedad los judíos usaban cenizas cuando hacían algún sacrificio y otras comunidades como un simbolismo de conversión de una mala vida a una por el camino que estipula Dios. Siguiendo esto es que se ahonda en el carácter simbólico del Miércoles de Ceniza y el abandono de los malos deseos o pecados para continuar por el camino dictado por la moral.
Con información del Universal
Por Redacción Digital Por Esto!