Los festejos de la Independencia de México siempre tienen dos platillos estelares: el chile en nogada (para el centro del país) y el pozole. Este último no es un manjar nuevo: su origen es prehispánico, pero la historia del pozole puede hacer que no se te antoje (tanto) un plato bien servido este 15 de septiembre.
Preparar el pozole implica todo un ritual: desde cocer el maíz cacahuazintle, hasta los ingredientes (que varían de región en región), pero también a la hora de servirlo, lechuga, rábanos, aguacate, tostadas… Si bien es uno de los platillos más sanos en la mesa de los festejos patrios, es tan rico que no pocas personas se sirven con cuchara grande y más de una vez.
Sin embargo, su historia es bastante terrorífica, pues en vez de res, pollo, pavo o cerdo, la receta del pozole contenía, de acuerdo a las crónicas de españoles de la época cercana a la Conquista, carne humana, esto como era parte de un complejo ritual de celebración que aterrorizó a los europeos.
Según narran Fray Bernardino de Sahagún, en Historia general de las cosas de la Nueva España, y Bernal Díaz del Castillo, en Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, el pozole se hacía con carne humana, pero sus relatos tienen importantes diferencias.
Según Sahagún, este guiso sólo lo podía comer el tlahtoani, y sólo comía el muslo de un prisionero de guerra sacrificado a los dioses como parte de un ritual especial. Díaz del Castillo sólo cuenta que se rumoraba que Moctezuma comía carne humana en un guisado con una descripción muy semejante al pozole que conocemos hoy.
Otro testimonio que señala que el pozole era hecho con carne humana viene del libro El sabor que somos, de los académicos Elba Castro, Juan Carlos Núñez y Sergio René de Dios Corona, cuando Nuño de Beltrán terminó de conquistar lo que entonces se nombró Nueva Galicia (ahora, Jalisco y Zacatecas), fue festejado por las comunidades que se aliaron con él con “danzas y pozole mexicano”, y fue el mismo Nuño quien descubrió que en la olla de pozole había restos humanos.
Cuando los sacrificios humanos fueron prohibidos por los conquistadores y se inició el proceso evangelizador en la Nueva España, se intercambió la carne humana por la que fuera más común en la región (en el centro del país el cerdo y el pollo, en el oriente y norte, res, en la costa los mariscos y el pescado) y se le quitó, en parte, su caracter ritual.
La palabra “pozole” viene del náhuatl “tlapozonalli”, que significa “hervido” o “espumoso”, por la espuma que genera el maíz al cocerse. Este año, prepara tu pozole con gusto: ya conoces su historia, y, si no te causa un poco de malestar, ponle todo lo que se te antoje: cebolla, orégano, rábanos, lechuga, aguacate… ¡hasta sardinas!