Isabel Miranda de Wallace, reconocida por su lucha contra el secuestro en México, falleció a los 73 años en el Hospital ABC de Santa Fe, tras complicaciones derivadas de una intervención quirúrgica. Su deceso fue confirmado este 8 de marzo, dejando un legado de activismo y controversia en el país.
Un activismo marcado por la tragedia
Miranda de Wallace se convirtió en una figura pública a principios de los años 2000, tras la desaparición y asesinato de su hijo, Hugo Wallace, un hecho que la llevó a fundar Alto al Secuestro, una organización dedicada a la lucha contra el crimen organizado y el fortalecimiento de las políticas de seguridad.
Desde entonces, su activismo influyó en la creación de leyes y políticas públicas enfocadas en combatir el secuestro, consolidándose como una voz influyente en el debate sobre la seguridad en México.
Entre el reconocimiento y la controversia
A pesar de su impacto en la lucha contra el secuestro, su figura también estuvo rodeada de acusaciones y cuestionamientos.
Diversas organizaciones, abogados y periodistas señalaron irregularidades en el caso Wallace, acusándola de fabricar pruebas que llevaron a la detención de personas presuntamente inocentes.
"Durante más de 20 años, persiguió a defensores de derechos humanos y periodistas que cuestionaban las pruebas presentadas en el juicio", denunciaron activistas.
Las acusaciones sobre el uso indebido de la ley para perseguir a sospechosos y su influencia en el sistema judicial generaron un intenso debate sobre su legado.
Un legado complejo en la seguridad pública
A pesar de las controversias, Isabel Miranda de Wallace fue un referente para sectores que promovían el endurecimiento de las políticas de seguridad en México.
Su fallecimiento deja un vacío en el activismo contra el secuestro, mientras que su legado continúa siendo objeto de análisis y debate.
IO