Por Dra. Sylvia Zenteno Ruano
Alerta Ciudadana¿Quién dijo que todo está perdido?Yo vengo a ofrecer mi corazónTanta sangre que se llevó el ríoYo vengo a ofrecer mi corazón…… “Cuna de los pobres siempre abiertaYo vengo a ofrecer mi corazónComo un documento inalterableYo vengo a ofrecer mi corazón”…… “Y hablo de países y de esperanzasHablo por la vida, hablo por la nadaHablo de cambiar ésta, nuestra casaDe cambiarla por cambiar, nomás¿Quién dijo que todo está perdido?Yo vengo a ofrecer mi corazón”Canción escrita por Fito Páez, cantautor, compositor, músico y director de cine argentino, integrante de la llamada Trova rosarina
Escuchar música en medio del sufrimiento físico es bueno para recomponerse, ya que la música le impone al dolor, un ritmo que va a contrapelo de sus ramalazos. Cuando nos transportamos a través de la música, los accesos de dolor comienzan a hacerse más distantes entre sí, y más irregulares, la música los afecta, y sus vibraciones serenas, apaciguan las sensaciones ingratas. Quizá por eso, a lo largo de la historia de la Humanidad, la música ha sido eterna compañera de los hombres, cuando escuchamos música como de magia, el dolor disminuye, queda únicamente la fragilidad general del cuerpo, y ese sentimiento –el más bello del mundo– que llamamos “alivio”.
Traigo esto a colación pues entre mi mes melancólico, han regresado a mis recuerdos las canciones de la época, esa época en que dejé el uniforme de las monjitas, y lo cambié por ropa folk, que era mezcla de la “onda hippie” en México, con fuerte influencia de la “onda folklorista latinoamericana”. Todo este tiempo entre los años 60´s y 70´s, no lográbamos estar del todo en el lado pro gringo, pues los autores latinoamericanos nos decían más, –y en nuestro idioma-, de cómo se sentía nuestro espíritu.
Diría la filósofa Claire Marín: “La música es una experiencia privilegiada porque parte del cuerpo, y porque puede ser tan invasora como el dolor físico, constituyéndose, por ende, en un poderoso contrapeso”. Pero, sobre todo, la música tiene el poder del éxtasis, le permite a uno salir de sí mismo y de su cuerpo adolorido, en un escape que libera al sujeto, en una forma gozosa y embriagante.
Y en esos ayeres y en los tiempos de hoy, parece que este bálsamo sigue teniendo vigencia permanente, seguimos necesitando autores que nos canten letras con las que podamos vibrar y entusiasmarnos. Aunque francamente las letras de hoy, están brutalmente alejadas de las que en antaño nos impulsaban a…“entregar mi corazón”
Una de las leyendas que se han escrito acerca de Albert Einstein, es que cada vez que llegaba a un punto en que su razonamiento matemático se estancaba, y no podía atar ni desatar en el desarrollo de alguna de sus fórmulas, dejaba todo, agarraba su violín y se ponía a tocarlo por varias horas, y decía que la música le permitía siempre encontrar la respuesta al problema matemático que lo agobiaba.
Y entonces me encuentro con Fito Páez, y me pregunto y les pregunto amables lectores, A quién…”le vengo a entregar mi corazón”…¿? ¿A un presidente fallido? ¿A un gobierno corrupto y deshumanizado, que se mezcla con el crimen organizado, y comete tantos asesinatos como el mayor de los capos? ¡Nooo, no quiero entregarle a ellos mi corazón!!
La lucha no ha perdido vigencia, los males no han siquiera disminuido, antes bien diría yo que han aumentado, lo de antes era revolución, era guerrilla, era lucha por ideales democratizadores, lo de hoy es violencia, barbarie y una guerra sin cabeza, y sin más aliciente que un estúpido poder, donde el que tiene más balas y más dinero corrupto es el que gana, porque es el que más poder de asesinar tiene. La música lo acompaña también… narco corridos se escuchan por todos lados, haciendo apología del delito, e impulsando a jóvenes a volverse tan poderosos como El Chapo y compañía.
Si nos vamos para atrás en nuestro sufrido país, veremos tiempos como el de la Revolución Mexicana con sus innumerables corridos, y podremos sentir en las letras de éstos la relatoría de un cambio costosísimo, -casi un millón de personas perdieron la vida en aras de conquistar un estado de bienestar para sus conciudadanos-, donde el PUEBLO mexicano de entonces, a duras penas logró mejorar el entorno, y posterior a las grande batallas y al dolor inmenso de la casi destrucción de su vida, conoció un ciclo glorioso en donde mejoraron notablemente la educación pública, la salud pública y la generación de empleos. México conoció exitoso apogeo entre 1935 y hasta 1965, y como consecuencia de ésta “época de oro”, mejoró la educación, disminuyó claramente el analfabetismo y se vivió un tiempo que contenía mística y doctrina, con una fuerza nacional que lo transformó.
La Revolución mexicana desencadenó grandes fuerzas sociales. Hubo dolor y enfermedades, hubo hambre terrible como la sufrida durante “la decena trágica”, sin embargo posterior a esta aciaga época, el campo produjo... tanto, y a tal grado, que la industrialización nacional hubiera sido imposible sin la pujanza del campo. Se establecieron las leyes de la Reforma Agraria, que hicieron un campo productivo. Y se dio el toque de arranque a las Escuelas Rurales, y al Instituto Politécnico Nacional para la formación de los profesionales técnicos que el pujante país requería. Se iniciaron las Clínicas de Salud Rurales, e hizo su aparición el Instituto Mexicano del Seguro Social, que dio certezas a las personas de protección social, el país se tornó autosuficiente en lo alimenticio y en la inversión. Hasta 1966, en medio de danzones y Chachachá, éramos ricos en alimentos, maíz, frijol, calabaza, huevo y pollo –o sea lo que comemos- eran muy baratos, y a pesar de los salarios bajos, se sobrevivía y con la suficiente holgura, que hasta se alcanzaba a ahorrar. El país alcanzó el famoso Desarrollo Estabilizador y se acumuló capital.
Sin embargo el movimiento armado revolucionario, no logró construir una democracia real. Es verdad que sí expulsó del poder al grupo de Porfirio Díaz, que había permanecido al mando del país durante más de tres décadas; pero fuera de la votación de 1911 en que fue electo Francisco Madero, la democracia tardó casi un siglo en llegar al país. Nuestra historia ha sido cantada a lo largo y ancho del país, los corridos que nos narran que todos los líderes revolucionarios importantes fueron asesinados en un momento u otro no dejan duda, se le cantó a Francisco Villa, a Emiliano Zapata, o a Venustiano Carranza y Álvaro Obregón.
Sin embargo yo nunca he escuchado canciones que le hagan loas al Partido hegemónico que nació posteriormente, y que nunca permitió que surgiera una verdadera democracia. De hecho, habríamos de esperar hasta el año 2000, -90 años después del inicio de la Revolución-, para que México viviera su primera alternancia de partidos en el poder, acompañados ya de música Disco, y canciones del cachorro Alejandro Fernández, o de Julieta Venegas o Los Jaguares.
Época de ilusa esperanza en que todo habría de mejorar con la “alternancia” y que las víboras y tepocatas se irían del Palacio Nacional, donde lamentablemente nos topamos de frente con “la Marthita” que, de entrada, se hizo su “cabañita” de amor en Los Pinos, con sabanas de algodón hindú y toallas de súper felpa compradas con tu y mi dinerito. Frivolidad total y robo en despoblado se vivieron de la mano de canciones de Jesse&Joy los “Chúntaros” del Gran Silencio y La carencia de Panteón Rococó
En tiempos del presidente del “Haiga sido, como haiga sido”, CaldeRon Hinojosa, La gusana Ciega, Café Tacvba y Camila, nos ofrecieron versiones más nuevas del cambio, el…“Todo cambió cuando te vi… tembló dentro de mi… el universo escribió que eras para mi… no se compara con el “Cambia” de Mercedes Sosa “…Cambia el clima con los años…Cambia el pastor su rebaño…Y así como todo cambia…Que yo cambie no es extraño”.
Y así, igual, no se compara los asesinatos del ´68, que si bien fueron una matanza salvaje y descarnada, sin justificación y sin razón, con los más de 234 mil 996 homicidios dolosos, cometidos en los sexenios de los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, 36 000 sucesos, todos relacionados con su guerra contra el ‘Narco’, se encuentran en la cuenta del Felipillo, en un periodo que va de diciembre del 2006 a noviembre de 2011 y otros tanto en la época del actual “despeñado”.
… “Y hablo de países y de esperanzas… Hablo por la vida, hablo por la nada…Hablo de cambiar ésta, nuestra casa….De cambiarla por cambiar, nomás… ¿Quién dijo que todo está perdido? ….Yo vengo a ofrecer mi corazón”
De tal suerte que si la Revolución no consiguió eliminar la pobreza, ni darle a México una democracia real -que en todo caso habrían sido sus dos objetivos fundamentales-, habría que considerar que es lo que debemos hacer nosotros, los de esta generación, los que pintamos canas y seguimos ofreciendo nuestro corazón desde hace cincuenta años, y los que tienen piernas jóvenes y fuertes para seguir adelante, tomando la estafeta de los que ya nos estamos yendo.
Esta, actualmente criticada por los mismos agoreros de la desgracia de siempre CUARTA TRANSFORMACIÓN, no se dará a manos de un solo hombre, ni siquiera a manos de su equipo, al que critican un día sí y otro también, los chayoteros que aún le quedan al “copetes”…¡No! mis adorados ahora como 40 amables lectores, esta transformación ahora requiere de TODAS Y TODOS, requiere aún más que de los 30 millones de personas que votaron por el cambio, requiere que los 119 millones 530 mil 753 habitantes que hay en México, requiere que estemos dispuestos a ENTREGAR NUESTRO CORAZÓN y podremos confirmar entonces que NADA ESTÁ PERDIDO, que quien lo dude, solo nos tiene que voltear a ver con el corazón en la mano!!!. Sumemos fuerzas, nuestro país lo requiere!! Encuéntrenme aquí! O en chivizenteno@hotmail.com y en el 9992 71 38 92.