Opinión

Ramón Huertas Soris

Cuando se manifiesta una intención, un hábito, actitud, acción, proyecto o programa humano, existe un fundamento lógico o razón. Los hombres promovemos y hacemos cosas con razones que denominamos sentido. El sentido en cuanto hacemos determina su valor o utilidad. El sentido de los proyectos humanos debe caracterizar la naturaleza y forma de las acciones individuales y colectivas de los hombres para decidir sus luchas y llevarlas a buen término. La actividad deportiva, por su promoción y difusión, sustento económico, fuerza motivacional y valores agregados, es un fenómeno social de gran envergadura y alcance. El deporte es ya un rol social en creciente desarrollo. Es necesario diseñar y perfeccionar constantemente el paradigma central del deporte, dado en su sentido humano; para que sus definiciones de misión social tengan la proyección y el alcance requeridos y así pueda hacer realidad dicho sentido. El deporte es una actividad que aporta salud física y mental al ser humano; es una herramienta para la formación integral del hombre y como tal debe estar a disposición de todos como un derecho y así debe formar parte de nuestra existencia. Lo anterior es aceptado y se constituye en la misión de diversas instituciones deportivas en todo el mundo; pero no abarca todo lo que el deporte es. Además de formar parte de la existencia, los deportes deben constituirse en una gran oportunidad educativa; para lograr un enfoque práctico hacia las luchas personales, que siempre nos brindan la oportunidad para concretar las complejas competencias existenciales que, al irse conformando, van incrementando el rendimiento existencial humano. “El sentido del entrenamiento deportivo es enfocar a los atletas del gran deporte de la vida, en pos de convertirse en entrenadores de sí mismo”. El hombre convertido en su propio entrenador, constituye un paradigma humanista de carácter trascendental; ya que el entrenamiento, en general, es un diseño de disposiciones y facultades a alcanzar mediante experiencias técnicamente programadas, para crear las huellas necesarias en la personalidad del hombre individual, de manera que exista como un protagonista consciente en las luchas de su vida. Enfocado como actitud positiva ante la vida, el deporte compromete con profundidad de sentido a otros roles sociales como la educación, la cultura y el trabajo.

La educación debe enfocar su sentido en usar las relaciones de los hombres con los conocimientos, de manera que generen huellas de contacto que facilitan la formación de identidades personales y colectivas que existen como protagonistas en las luchas de su vida. La cultura, como un viabilizador que es del legado de vida de los hombres a las nuevas generaciones, debe tener por visión y enfoque poner a disposición de los seres humanos los modelos de vida que facilitarán la formación y ejercicio de la identidad personal y colectiva de cada uno de ellos. El trabajo sistematizado como entrenamiento, constituye el marco práctico donde las huellas formativas de la educación, la cultura y los deportes manifiestan un rendimiento productivo para producir valores destinados a garantizar una adecuada calidad de vida física y espiritual en los seres humanos. El hombre entrenador de sí mismo, diseñador e ingeniero de su existencia, constituye el paradigma central del cual se deriva el sentido filosófico humanista de los deportes, la educación, la cultura, el trabajo y todas aquellas actividades que dan curso a la realización de la naturaleza humana. El sentido del deporte va más allá de las metas, los rankings o estatus y la política; porque el deporte nos induce a aspirar a disposiciones y facultades suficientes, para emprender con buen rendimiento la misión de vivir una vida particular de alta calidad, capaz de humanizar a otros, a lo otro y a nosotros mismos, pero muy especialmente capaz de enriquecer y potenciar a la vida en general.