Alvaro Cepeda Neri
I.- El régimen priísta hizo coincidir al poder político con el poder económico, de tal manera que el presidencialismo es, todavía, su representante para conducir lo que se ha llamado “un capitalismo de cuates”, como resalta en un recuadro la reportera Georgina Zerega (El País: 24/X/18), en su nota sobre por qué “los hogares mexicanos pierden, cada día y en promedio, el 16 por ciento de su dinero debido a los sobreprecios causados por la ausencia de libre concurrencia empresarial por falta de competencia en los mercados mexicanos. Y los más afectados en términos relativos, son los de menor renta: “una piedra más en el zapato de la pobreza y la desigualdad”. Y es que, cuando se asignan contratos o regulaciones favoreciendo a socios o amigos, el resultado es mantener los precios artificialmente altos y tener poca competencia”. Otros analistas han definido esto como el neoliberalismo económico de un capitalismo de cuates. Y es lo que ha estado sucediendo con el PRI y el PAN en la Presidencia del país, donde los gobernadores son una imitación de ese poder federal y favorecen a los mismos intereses empresariales.
II.- Ha sido el resultado de la unidad económica con la política, para favorecer únicamente intereses de las cúpulas, generando un empobrecimiento generalizado que ha arrojado más de 55 millones en pobreza; desde la pobreza “a secas” hasta llegar a la hambruna. Para que de esta manera se tenga atorado el crecimiento en porcentajes que impiden una distribución de la riqueza concentrada en 16 mexicanos, encabezados por: Slim, Larrea, Bailleres y los Salinas Pliego, quienes superan los mil millones de dólares. Así que 16 multimillonarios poseen una fortuna superior a la deuda externa. Y junto a esos 16 empresarios camina una cauda de millonarios y ricos que detentan el inmenso poder económico aliado –en complicidades– con el poder político. Es la corrupción política que va íntimamente asociada a la corrupción económica. Confirmando de esta manera el absoluto de aquella frase-sentencia: “el poder absoluto corrompe absolutamente”.
III.- En esas condiciones no puede haber crecimiento económico y se agudizan las desigualdades que han llegado a su máximo con el neoliberalismo económico del capitalismo salvaje. Ha sido la corrupción política la que ha generado una mayor corrupción económica, al grado de que si no se rompe primero la complicidad entre ambas corrupciones y de inmediato se suprimen, no será posible detonar el crecimiento económico generalizado para ir desterrando la pobreza, los bajos salarios y su factor común: la desigualdad. Y es que al fusionarse las dos corrupciones fue posible el alumbramiento del neoliberalismo económico que tiene asfixiado al crecimiento nacional. Por eso es que debe separarse el poder político del poder económico, para con el primero conducir un crecimiento nacional en el contexto de un capitalismo. Regulando y deteniendo con el poder político la corrupción política; y que 16 familias sean dueñas de más de mil millones de dólares, mientras su contraparte son 55 millones de pobres.