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Opinión

Entre fifís y chairos

Ivi May Dzib

Las redes sociales se han convertido en los campos de batalla para defender posturas que están en contra de las decisiones que tomará el nuevo gobierno federal. Estas decisiones, lejos de ser ocurrencias, fueron anunciadas desde la campaña rumbo a la presidencia, así que nadie se debe de sorprender por la cancelación del NAICM, ni de la cancelación de las pensiones a los ex presidentes o de la construcción del Tren maya, ya que todos esos actos fueron anunciados como parte de la política del país en caso de que AMLO ganara la presidencia. Aunque la gota que derramó el vaso de agua en el que se ahogan muchos militantes de la extrema derecha, fue la consulta realizada, ya que lejos de pensar en la falta de seriedad logística, se considera un insulto que el pueblo tenga la posibilidad de decidir, ya que los que están mejor posicionados consideran que la gente del pueblo nació para obedecer.

Partiendo de la idea de que la cancelación del aeropuerto es una imposición dictatorial, se organizó una marcha, la llamada marcha fifí, en donde un grupo conservador pretende defender el corrupto proyecto de Peña Nieto, alegando que la consulta fue el peor ejercicio que pudiera haberse hecho, una ocurrencia, el primer paso que nos llevará al abismo. Si es cierto que podemos criticar algunos modos de la consulta, también es cierto que no existe calidad moral por parte de los marchantes, quienes sienten que el país sangra, lo que nos parece ofensivo, porque este país lleva sangrando de manera imparable desde que el gobierno panista inició la guerra contra el narcotráfico y desde que las muertas de Juárez nos mostraron la realidad de la violencia en México y ellos no mostraron su indignación, vivimos todo este tiempo viendo su indiferencia. No es sino hasta que sus intereses se vieron trastocados que aparece la indignación en su rostro.

La marcha fifí mostró también lo clasista y discriminador que pueden llegar a ser muchos mexicanos, ya que hubo un colorido despliegue de pancartas que estaban en contra de todas las luchas sociales y de causas justas, se mostraban los fifís en contra de la migración, del aborto, de los indígenas, la protesta por las desapariciones forzadas, en contra de los que son pobres ya que los consideran delincuentes, incluso se sentían perseguidos. La respuesta en redes sociales contra esta conducta fue de rechazo, lo que inició un intercambio de descalificaciones por parte de los que se sentían identificados con los fifis o con los simpatizantes de la izquierda. El problema radicaba en que todos se sentían atacados y parecía que era necesario formar parte de un bando, porque estás con nosotros o estás con ellos. Cualquier comentario crítico contra la conducta de uno u otro era tomada a agresión. Y yo me pregunto ¿para qué atacar a alguien? ¿Qué sentido tiene meterse en confrontaciones que no llevan a nada? Se pierde tiempo que se puede poner en práctica para otras cosas, por qué encenderse como cerillito como si los comentarios en redes sociales pudieran modificar la cosmovisión de las personas. La realidad social no se transforma desde el insulto. Pero si se tienen que explicar comentarios es que ya todo lo vemos como agresión, lo que nos da una señal desde dónde se construye.

No es una cuestión de ser fifí o chairo, la cuestión es que creemos que nos están quitando todo, es la sensación de sentirnos agredidos y que tenemos que confrontarnos con quien se ponga en nuestro camino, sin intentar entender el porqué de sus diferencias, como si esto se tratara de sobrevivir y no sucumbir ante la realidad en la que estamos parados, lo que nos lleva a la imposibilidad de construirnos como comunidad. Es por eso que las defensas se ponen densas llevándolo a una extrema derecha y una extrema izquierda, donde no importa la conciliación, ni siquiera la recreación del lenguaje. Parece que hay que ser literal, ya no hay cabida para la metáfora.

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