Guillermo Fabela Quiñones
Las cifras del horror neoliberal durante los últimos dos sexenios quedan de manifiesto en la suma de alrededor de 250 mil homicidios derivados de la violencia promovida por la descomposición social. Este dato fue expuesto durante la VII Conferencia Latinoamericana y II Conferencia Mexicana sobre política de drogas, en la que el próximo subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, se pronunció por la abrogación de la Ley de Seguridad Interior, aprobada en diciembre del año pasado.
Este ordenamiento es un chipote mayúsculo en el cuerpo del gobierno que inicia el próximo 1 de diciembre. Así como un tumor maligno debe ser extirpado antes de que cause estragos irreversibles en el organismo, del mismo modo debe hacerse con dicha ley promovida con la aviesa intención de garantizar el continuismo de una oligarquía reaccionaria. Como el régimen salinista perdió en las urnas, no tiene sentido mantenerla.
No será necesaria la violencia del Estado, porque el nuevo gobierno tiene un firme compromiso con la sociedad mayoritaria y atenderá sus problemas con políticas públicas que favorezcan el desarrollo y el crecimiento económico sustentable, prioridades que nunca estuvieron contempladas en la agenda de los gobiernos neoliberales. No tendrá, el nuevo gobierno, que comprometer al Ejército y la Marina en tareas que les restan prestigio y confianza ciudadana.
En lo sucesivo, la seguridad interior dependerá de la fortaleza del Estado de Derecho, de la credibilidad que se gane Andrés Manuel López Obrador entre la sociedad en su conjunto, con hechos que patenticen congruencia con una estrategia gubernamental orientada, tanto a recuperar la gobernabilidad perdida como a consolidar una economía incluyente que sirva de motor al progreso que demanda la nación.
Se trata de un reto extraordinario, debido al desmantelamiento del Estado mexicano en más de tres décadas, el cual puso en grave riesgo el futuro del país, al extremo de que la cúpula del régimen salinista se vio obligada a promulgar una ley que lo facultara a reprimir al pueblo sin rendir cuentas al Congreso ni a nadie. De ahí la urgencia de abrogarla, a fin de que los nuevos mandos de las Fuerzas Armadas no tengan que asumir consecuencias históricas que son legado del régimen neoliberal.
La alianza entre gobernantes y gobernados, en los próximos años, será definitiva para superar el desmantelamiento del Estado que llevó a cabo el régimen anterior, en complicidad con una elite empresarial sin un asomo de responsabilidad social. En lo sucesivo, la seguridad interior estará condicionada por el fortalecimiento de esta alianza, y por la solidaridad que demuestren empresarios con las clases mayoritarias, la cual brilló por su ausencia en las últimas cuatro décadas.
No faltarán tentaciones golpistas, como lo demuestran quienes han tomado como pretexto la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), para infundir temor a los despistados. Sin embargo, son tan grotescos sus argumentos que caen en el vacío. ¿En qué cabeza cabe que la finalización del aeropuerto de Texcoco vaya a provocar una catástrofe económica como la causaría una bomba atómica? De tal magnitud es su absurda reacción.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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