Francisco Javier Pizarro ChávezDesastres naturales
La reflexión en voz alta de este día gira en torno a dos fenómenos que han causado graves daños y pérdidas de vida a México y desde luego a Chihuahua.
Uno es de carácter natural y el otro social. Me refiero en el primer caso a las tormentas tropicales intensas que se han extendido al Sur de Michoacán, Sinaloa, Sonora y algunas regiones y comunidades del Sureste de Chihuahua.
El servicio meteorológico nacional pronostica lluvias muy fuertes a consecuencia de la tormenta tropical Rosa en varias regiones del Estado. Le recomendamos se prevenga y acate las instrucciones de las medidas que debe adoptar para evitar daños a sus seres queridos y patrimonio.
El otro fenómeno del que hay que tener extremo cuidado es el de la violencia y la barbarie que se ha desatado a lo largo y ancho del país, que en mi opinión es más peligroso y nocivo que los desastres naturales.
Cierto es que no hay fuerza más poderosa que la de la naturaleza. Pero al menos Protección Civil cuenta con un mapa de riesgo, la Secretaría de la Defensa Nacional cuenta con el Plan DN3 de auxilio a la Población Civil en casos de desastres, se desaloja a los damnificados de las zonas dañadas y de alto riesgo, se les brinda albergue y les dan alimentos y medicinas.
En el caso de la barbarie y la inseguridad, no hay nada semejante.
Son pocas, muy pocas las corporaciones policiales que cuentan con un sistema de inteligencia y un mapa georreferenciado de las zonas de alto riesgo, de los delitos y modus operandi de las bandas delincuenciales y criminales.
La mayoría no cuentan con investigadores capacitados y preparados, equipo y armas para hacer frente a los cárteles del narcotráfico, y tampoco con una política de prevención social del delito, contención y reacción oportuna para hacer frente a la diáspora del crimen y la delincuencia organizada.
En pocas palabras, en cuanto a la violencia, la inseguridad y la barbarie no hay pronóstico alguno, ni planes de emergencia o cuando menos de contingencia para hacerles frente.
De ello dan cuentas hechos que han conmocionado a la sociedad y puesto de manifiesto la incapacidad de los tres niveles de gobierno para garantizar la seguridad pública, la paz y la vida de los ciudadanos.
Me refiero en específico a los arteros homicidios de tres bebés perpetrados por sus padrastros, al asesinato el domingo pasado del presidente de la Coparmex de Parral, del director del Colegio Latinoamericano Bilingüe y el de ayer, de una mujer que fue localizada violada, torturada y muerta por su o sus agresores en Villa Ahumada.
A lo más que llegan es a lamentar los hechos, expresar sus condolencias a los familiares del victimado, y prometer que se que hará una investigación a fondo para determinar el móvil del crimen y identificar y detener a los asesinos. El grueso de los homicidios emblemáticos que se han realizado ha quedado sin esclarecer.
Asombra e indigna que los gobernantes de los tres órdenes de gobierno se echen la pelota unos a otros y no asuman su responsabilidad y deberes que el artículo 29 constitucional les confiere. Que para lavarse las manos lleguen al absurdo de atribuir a los medios de comunicación ser los generadores del clima de violencia en la entidad.
Es hora de alzar la voz, de exigir se restablezca la tranquilidad, se proteja la vida y patrimonio de los ciudadanos y se haga justicia a quienes han sido víctimas de ese desastre social que es la violencia y la barbarie.