Raymundo Riva Palacio En los últimos días, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha realizado dos rectificaciones importantes. La más clara es que las Fuerzas Armadas seguirán en la calle por un tiempo indeterminado durante su gobierno para ayudar al combate de criminales, y la otra, que tampoco puede omitirse, es el cambio sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde está abriéndose espacio político para que esa obra siga adelante. Rectificar es dialéctico, y en estas semanas ha podido problematizar y matizar sus propuestas, afinando lo que serán sus políticas de gobierno. Ahora, López Obrador tiene tiempo para revisar otra de sus promesas de campaña, que es la reducción del 50 por ciento de los salarios y la cancelación de los seguros médicos privados. El impacto que va a tener esa medida no puede calcularse, pero ya empezaron a verse síntomas de lo que sucederá. En Pemex, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y en el Banco de México, hay decenas de funcionarios que están pidiendo su jubilación anticipada. Con meses por delante para que se jubilen, iniciaron ese proceso porque si lo hacen ahora, terminarán su vida como servidores públicos con el último salario construido por lustros, y como se anticipa, con el recorte salarial se jubilarían probablemente con una suma similar a la que ganaban hace dos o tres décadas. A muchos, empapados en la retórica puritana de la reducción del salario a la mitad y la cancelación de los seguros médicos como símbolo de austeridad republicana, no les gustará una rectificación, y creen que el próximo gobierno puede tener calidad y eficiencia con recién egresados de las universidades, quienes se dicen listos para ganar salario mínimo o, como dijo en una ocasión el presidente electo, trabajar sin remuneración. Pero con voluntarismos no se transforma una nación. Un ejemplo práctico es el de la Policía Federal. Los policías que tienen el mayor rango salarial obtienen casi 18 mil pesos brutos al mes, y sus jefes inmediatos apenas 25 mil pesos. Bajo la propuesta de López Obrador, su salario no resultará afectado porque no ganan más de un millón de pesos anuales, pero el horizonte que dibuja la nueva política, no es promisoria. Como comparación, Los Zetas reclutan jóvenes con salarios de ocho mil pesos mensuales, para cobrar las deudas de comerciantes con ese cártel. Si dan resultados, a los dos meses les elevan el salario a 30 mil pesos y los envían a ranchos para que los comiencen a entrenar. El incentivo de los reclutas Zetas es el dinero, aún a sabiendas que ponen en riesgo sus vidas. Los policías federales, mal pagados de sí en la actualidad, no tendrían ningún incentivo para poner en juego su vida todos los días al ver que su evolución patrimonial podría verse congelada por ley, y sí para entregarse al crimen organizado. Pero el salario es, en muchos casos, menos importante que el seguro de gastos médicos. Un funcionario con una larga carrera en el servicio público, dijo que estaría dispuesto a ver reducido su salario, pero no que le recortaran el seguro de gastos médicos. Este es una prestación complementaria del salario, no un privilegio como se afirma. Una vez más, el ejemplo de la Policía Federal es ilustrativo. Cuando los policías federales realizan operativos, ponen su vida en riesgo. Hoy en día, cuando resultan heridos en las batallas contra los criminales, son trasladados en helicópteros pagados por los seguros a hospitales privados en la Ciudad de México, para ser atendidos de emergencia. Con el plan del Presidente Electo dejarían de existir esos traslados de emergencia, y tendrían que ser llevados por sus propios compañeros no a hospitales en la capital federal, sino a la clínica del ISSSTE más cercana. Si el combate es en la sierra, lo más probable es que la clínica más cercana no cuente con el equipo necesario para atender al policía y morirá. La Policía Federal no está en el mejor momento de su existencia, y en los últimos años los cárteles de la droga la han infiltrado. La debilidad de la institución es lo que motivó a López Obrador a cambiar su decisión de retirar a las Fuerzas Armadas de las calles para combatir a la delincuencia, pero ¿qué sucedería si el plan del Presidente Electo sigue adelante? Como hipótesis de trabajo se puede afirmar que el número de policías federales que fallezcan se elevará. También, que es probable que baje la violencia, pero no por las buenas razones, sino porque es alta la probabilidad de que comandantes de campo y policías federales prefieran recibir dinero de los cárteles por brindar protección, que enfrentarlos. Con salarios castigados, sin seguro de gastos médicos, ¿cuál es el incentivo? La sobrevivencia, que no se encontrará del lado del gobierno, sino de los criminales, que irán recuperando y controlando amplias franjas del territorio nacional, como sucedió durante el gobierno del presidente Vicente Fox. El ejemplo de los policías federales es gráficamente lo más dramático, pero no menos grave es lo que podría suceder dentro del gobierno si López Obrador insiste en su propuesta de reducción de salarios y cancelación de gastos médicos. La primera le generará ahorros de alrededor de dos mil 500 millones de pesos, y la segunda de unos tres mil millones. Se oye mucho dinero, pero presupuestalmente es insignificante. La demagogia debería ponerse a descansar. La realidad y la calidad de su gobierno es lo que le debería importarle a López Obrador, y esta rectificación también se le aplaudirá.
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