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Opinión

Libertad sindical

Joel Ortega Juárez

La salida de Carlos Romero Deschamps de la Secretaría General del Sindicato Petrolero debiera ser un paso hacia la libertad sindical.

Para muchos el trípode que sostuvo el viejo régimen estaba integrado por el corporativismo, el presidencialismo y el Partido único.

El “modelo” corporativo surgió prácticamente desde la época de Plutarco Elías Calles en los años treinta. No se sabe con precisión si este “modelo” inspiró al fascismo italiano del Duce Benito Mussolini o el mexicano tomó mucho de su “modelo” o bien ambos tienen múltiples coincidencias.

El corporativismo consiste, a grandes rasgos, en un sistema político donde la sociedad está sometida u organizada por aparatos de Estado, como los Sindicatos de trabajadores que dependen del propio Estado para ser reconocidos y las Cámaras Patronales a las que están obligados, por ley, a pertenecer los empresarios de las diversas ramas. También forma parte del sistema corporativo toda la red de organizaciones campesinas bajo el control de los Comisariados Ejidales, los antiguos Bancos Agrícolas y otros mecanismos de control de los campesinos, sobre todo de los campesinos pobres, no es el caso de los grandes latifundistas.

Aunque no se conocen con precisión los detalles de la Reforma Laboral que impulsa el gobierno actual- sobre todo a través de la joven Secretaria del Trabajo Luisa María Alcalde Luján –hija de padres laboralistas de muchos años de lucha contra el corporativismo que coloquialmente se conoce como “charrismo sindical”– es muy interesante que algunas de las leyes que sostenían al charrismo estén abrogadas aunque sea parcialmente.

Se ha establecido la exigencia de que las direcciones sindicales sean electas por medio de votación universal y secreta de los trabajadores y que ese mismo método se realice para aprobar los contratos colectivos, desconozco si se exige también para el estallido y levantamiento de las huelgas.

Este principio elemental democrático sería fundamental para sacar a las castas de dirigentes sindicales que pueden durar decenios al frente de los “sindicatos” y por ello medran con esa representación y se convierten en millonarios como Romero Deschamps y casi todos los líderes eternos del sindicalismo.

Hay también disposiciones para quitar las cuotas obligatorias que se hacían directamente por las instituciones gubernamentales para los trabajadores del servicio público incluidos los universitarios y por las empresas y ramas industriales, en el caso de los trabajadores del llamado sector privado.

Parece que seguirá existiendo la absurda separación de los trabajadores en dos apartados en la Ley Federal del Trabajo, el llamado apartado A para los trabajadores de la empresa privada y el B para los empleados públicos tanto a nivel federal como estatal.

Esa separación debe abolirse.

Aunque de manera un tanto ambigua la Reforma Laboral establece la posibilidad de la existencia de uno o varios sindicatos a nivel de empresa de rama o de institución estatal como la SEP y el resto de secretarías y lo mismo a nivel de las universidades. Es un paso muy importante para desmantelar el charrismo, insuficiente porque deja en manos del Sindicato mayoritario la “titularidad” de los Contratos Colectivos.

Para muchos ésta medida es imposible. Lo cual es falso, en los países de gran tradición sindical como Francia, Italia y en la misma España, los Contratos Colectivos son administrados por Consejos de Trabajadores surgidos de la misma base laboral y que pueden pertenecer a varios sindicatos o incluso a ninguno.

Esta cuestión es la clave de la Libertad Sindical.

La Libertad Sindical sería una gran transformación que daría pie a la genuina organización autónoma de los trabajadores y por lo tanto a poder luchar por salarios dignos.

Esto sería la vía más profunda para ir reduciendo la gran desigualdad.

Esperemos que la caída de Romero Deschamps sea el principio del derrumbe del charrismo sindical y una semilla para que florezca la LIBERTAD SINDICAL.

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